Varane empuja
Dos errores gravísimos del francés, aprovechados por Gabriel Jesús, precipitaron la eliminación blanca
La Liga es un consuelo de gran tamaño, aunque no tanto como para ocultar la segunda eliminación consecutiva del Madrid en octavos de la Champions. Más cuando se anuncia un tiempo de austeridad que ya comienza a sonar a austericidio. De Europa se fue por dos errores insólitos, tremendos, impropios del personaje y de la competición, de Varane. Dos mazazos que pusieron la eliminatoria a años luz para un equipo que la había dejado medio perdida en Madrid, en tiempos más claros para la humanidad y más oscuros para el equipo blanco. Pero la noche de tinieblas del francés no debe echar humo sobre una plantilla que necesita profunda reforma. El territorio UEFA exige más nivel.
En la antigua normalidad, City y Madrid andarían amasando pasta en Miami o en Pekín, en partidos con más dinero que público, para gastarlo en mirlos blancos o skyblues antes de que acabara el mes. La nueva normalidad, que tiene un punto apocalíptico, trajo un partido gigante, en silencio, que al visitante le sonó a gloria, pasado de fecha y hora entre el equipo que más veces ha pisado la alfombra roja de la competición, aunque decadente, y otro, hecho de oro y marfil, que aún no ha puesto el pie en la cima.
El Madrid, que ha compensado fortificándose lo que Cristiano se llevó, optó por la solución más atrevida para ese puesto sin dueño en la derecha del ataque. Jugó Rodrygo, el más goleador de los aspirante, un futbolista aún por hacer pero en el que se adivina chispa y remate. En la jugada del 1-1 le dio la razón a Zidane.
El City, en cierto modo, se vio atrapado entre el marcador de la ida y su instinto territorial. Le pudo este en la salida, con una defensa exageradamente adelantada, una presión que le llevó hasta la cocina del Madrid y un baile de atacantes para borrarle huellas al equipo de Zidane: Sterling a la derecha, Gabriel Jesús a la izquierda y Foden de nueve coyuntural.
Varane le dio la razón con un error monstruoso en la salida de pelota desde su área. Gabriel Jesús se la limpió y Sterling puso el remate a placer. Más plomo en la mochila de un Madrid que tuvo una salida ártica, como si aquello fuera la ida y se partiera de cero. Y un golpe tremendo para Varane, un huérfano sin Ramos, capitán en tierra.
A partir de ahí, el City metió el partido en el puño, con un extraordinario juego por dentro y los fogonazos de Sterling, uno de esos revoltosos que cuando entra al esprint invita a bajarse al refugio.
El Madrid tardó veinte minutos en taponar la herida y encadenar dos buenas ocasiones en un minuto. En ambas anduvo Hazard, para asistir a Benzema, cuyo derechazo adivinó Ederson, y para probar de lejos al brasileño. Ahí pareció coger el Madrid la ola buena. Kroos empezó a hacer más respirable el equipo y Modric pisó terrenos con más oportunidades. Le bastó para llegar al empate, en autopase y centro templadísimo de Rodrygo y cabezazo de Benzema, el único galáctico que aún queda en pie. Eso tienen el Madrid y Zidane, una enorme capacidad de supervivencia en esta competición reina. No se ganan trece orejonas sin el cuajo suficiente para salir de laberintos así.