AS (Sevilla)

Un punto de mal humor

El Madrid, superior, entregó un empate por falta de puntería y de atención defensiva Cristiano le puso mala cara a su sustitució­n Las Palmas tuvo fe

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO FELIPE SEVILLANO Y CARLOS DÍAZ

El Madrid perdió dos puntos y el buen humor en Las Palmas. Algo se quebró entre Zidane y Cristiano cuando el francés plegó velas con 1-2 y relevó a la estrella sin su consentimi­ento. Hecho ambientalm­ente relevante acompañado de los gestos de desaprobac­ión de Cristiano, incapaz de disimular cuando se actúa contra su egoteca. Las malas caras agravaron el mal resultado, accidental, producto de distraccio­nes defensivas y no de distraccio­nes emocionale­s.

Y es que esta vez ni Zidane ni el Madrid se anduvieron con rodeos. Benzema perdió su condición de aforado y el sitio con Morata, a día de hoy con más piernas y más genio. Disfrutó de ello el Madrid, que mejoró automatism­os, fue un equipo alobado en la presión y aplicado sin la pelota. A ratos pareció correr demasiado, pecar por exceso, exagerar su propósito de enmienda. Pero mereció ganar y disimuló sus bajas, con Kroos y Modric llevándole con frecuencia ante Javi Varas, aunque les faltara la austeridad de Casemiro y su aplicación para cerrar las zonas de nadie.

También quedó bien Nacho, defensa camaleón. Fue un lateral izquierdo de banda ancha. Preparó el gol de Asensio en arrancada muy de Marcelo. Y el propio Asensio ha acabado por orillar a Isco, James y Kovacic. El papel de mediapunta le da un punto de jerarquía. Ha sido titular en todos los partidos a domicilio, donde los entrenador­es llaman a los cuerpos especiales.

Esa propuesta ambiciosa del Madrid y el buen sentido de Las Palmas, con ocho canteranos, deparó un choque divertido, hiperactiv­o, en el que la corriente le llevó mucho a las dos áreas. Más a la canaria. Pero Las Palmas, que siempre fue acogedor para los futbolista­s de pie de seda, aguantó las perturbaci­ones y se sobrepuso a dos desventaja­s sin traicionar­se.

El Madrid esperó infructuos­amente a Cristiano, el único futbolista que conoce los códigos nucleares en el equipo. Javi Varas paró tres antes del descanso y vio a Morata, el portugués y Bale en sus narices otras tantas veces. Después, Las Palmas fue enredando la madeja y a Zidane le entraron las prisas razonablem­ente. Tomó la decisión subversiva de quitar a Asensio para meter a Benzema. BBC más Morata. Una línea de cañones tremenda favorecida por el apagón físico canario. La medida tuvo un efecto fulminante. Tres minutos en el campo y gol del francés, preludio de otro golpe de efecto de Zidane, que quitó a Cristiano para restaurar el 4-4-2 con Lucas Vázquez. Un guiño a la meritocrac­ia que provocó la combustión gestual del portugués. Le dio la mano al técnico de mala gana y sin mirarle a la cara. Es el lado oscuro de Cristiano, que no aguanta una fiesta si a él no le divierte. Lo peor es que esta vez ni siquiera hubo fiesta al final, porque Araujo, favorecido por un rebote, llevo a Las Palmas a un empate que para el Madrid tuvo peor cara que juego.

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