Cae la joya de la
El GP de Mónaco tiene más historia que la propia F1: se celebra desde 1929, cuando el Mundial no comenzó hasta los años cincuenta, y se disputa ininterrumpidamente desde 1955. En 2017 festejaron las 75 ediciones y en 2019, su 90º aniversario. Pero la carrera más auténtica del Gran Circo no se celebrará en 2020. Cae la joya de la corona por culpa del virus, pues sus sofisticadas infraestructuras no podían ponerse en marcha bajo este contexto de incertidumbre internacional: había que empezar ya las obras para acondicionar el trazado y construir las gradas y no admitían un aplazamiento porque el intenso verano en la Costa Azul lo desaconsejaba.
Es cierto que la cita de Montecarlo ha perdido espectacularidad televisiva porque ni el más optimista espera adelantamientos con esta generación de vehículos, de cinco metros de largo y casi dos de ancho, en una pista sitiada por 21 kilómetros de guardarraíles. Pero su esencia es la de la F1: mientras algunos trazados contienen curvas célebres, todos los giros de Montecarlo son imprescindibles: Santa
Devota, Massenet, Loewe, Tabac, el túnel, Chicane, Piscina o Rascasse.
Fuera de la pista, el murmullo es constante. En cualquier momento puede doblar la esquina una estrella de Hollywood, el
Balón de Oro o Flavio Briatore. En la bahía, veleros de geometrías inexplicables y yates repletos de gente. Un paseo rodeando el circuito, entre hoteles, joyerías y deportivos de lujo, te recuerda que estás en el enclave más exclusivo de los que reciben la F1. Pero eso no impide que miles de aficionados normales, de los que pagan sus entradas, pueblen colinas y gradas.
Y dentro del asfalto se hace historia cada año, los triunfos en el Principado se cuentan por separado. Suman dos Alonso y Vettel, Lauda, Coulthard, Scheckter, Fangio... Llegaron a tres Hamilton, Moss, Stewart o Nico Rosberg. Los cuatro de Prost. Los cinco de Schumacher y Graham Hill, único piloto que además ha ganado en Le Mans e Indy 500, la Triple Corona. Y arriba, con seis triunfos, está Senna. Que debían ser siete. En 1988, con el McLaren MP4/4, aventajó a todos con 1.4 segundos en clasificación. El domingo lideraba solo cuando se estrelló, también solo, en la vuelta 67. Ganó su compañero, Prost, y él se bajó del coche y se subió a casa, para terminar de ver la carrera, enfadado, desde su balcón. Historias que sólo ocurren en Mónaco, la casa de la F1.
Inicio Se celebra desde 1929 y el Mundial no empezó hasta los 50