Bale aclaró el enredo
Un gol del galés sacó del apuro al Madrid ● Despilfarro escandaloso de ocasiones, con Benzema a la cabeza ● El VAR anuló gol a cada equipo
Eligió el Madrid el camino más largo y tormentoso para meterse en la final del Mundial de Clubes. Inesperadamente se vio en la maleza después de derrochar vergonzosamente una veintena de oportunidades y acabó imponiendo la lógica de forma tardía. Quedaron en evidencia su defensa, Benzema y el VAR, que sacó un miserable empate: invalidó un gol legal del Madrid y anuló otro ilegal del Al Jazira por fuera de juego que pasaron por alto árbitro y asistente. La anomalía final fue el gol de Bale, que se metió en el papel de superhéroe para resolver un partido que resultó modelo de extravagancia, en el que el Madrid atacó mucho y mal y defendió con la vista. Pocas victorias encerrarán más advertencias que esta.
Este engendro del Mundial de Clubes, construido para estirar artificialmente la tradicional Copa Intercontinental, deja rarezas como esta, con un equipo de sangre azul yéndose al descanso en desventaja después de tirar 17 veces ante otro muy menor situado durante dos horas en el centro del universo y dispuesto a aprovecharlas. Y con el VAR como colaborador necesario en esta distorsión de la realidad. Lo que se pretende como ciencia puede acabar en una tertulia de opinadores. Sucedió ayer y puede suceder en cada partido, con el agravante de que el error arbitral, por la imposibilidad de ver repeticiones, está libre de alevosía y los de este tribunal de segunda instancia no tanto.
La irrupción del VAR. El partido resultó inexplicable de principio a fin. Un Madrid sin Ramos, Carvajal ni Kroos se echó sobre el Al Jazira exageradamente. Allí, al área emiratí, se trasladó toda la acción. Un bombardeo constante sobre Al Khaseif, un meta volatinero, entre circense y balonmanizado, que manoteó todo lo que le llegó tan heterodoxa como eficazmente. Le costará explicar cómo, medio lesionado, detuvo aquel ametrallamiento. Achraf sólo existió en medio campo adversario, Modric e Isco operaron desde el borde del área y Cristiano redujo mucho sus confines. No pasó de delantero centro. Incluso Benzema se vio abocado a moverse en espacios reducidos. El doble cañón no dio ni una vez en el blanco.
En aquel despilfarro insensato de ocasiones participaron todos, Cristiano y Benzema, especialmente. El gol esquivaba, a veces hasta cómicamente, al Madrid, que de eso puede escribir esta temporada un tratado.
Tales facilidades acabaron por confundir al Madrid, que fue derivando hacia el barroquismo y hacia una desatención defensiva grosera. Empezaron a menudear los taconazos y los espacios a la espalda de Casemiro. En aquel Viva Cartagena del final del primer tiempo encajó el Madrid un gol muy poco estimulante, con Casemiro, Achraf y Varane como imputados. Era el segundo ataque del Al Jazira y con muy poco Romarinho desencuadernó a la defensa del Madrid.
A la enajenación mental transitoria del Madrid ayudó el VAR. Un remate de Casemiro desviado por Rachid llegó a la red, con Benzema, a la espalda de ambos, en fuera de juego posicional cuando centro Isco. El línea no levantó la bandera. Ricci, el colegiado brasileño, lo invalidó inicialmente, quien sabe si por intuición o caserismo, después lo concedió y finalmente pidió ayuda a los asistentes de vídeo,
que interpretaron insólitamente que el francés participó en el lance. Donde antes interpretaba uno ahora lo hacen cuatro, lo que reparte equitativamente las meteduras de pata. No es consuelo ni solución a un problema con el que nació y morirá el fútbol.
Esa ventana televisiva abrió otra, espacio-temporal, por la que se fue momentáneamente un Madrid que atrás ofreció una jornada de puertas abiertas, con Achraf y Marcelo con mucha ida y ninguna vuelta y Nacho y Varane apuradísimos ante Romarinho y Ali Mabkhout, el punto fuerte del Al Jazira, que defiende por amontonamiento, haciendo virtud del estorbo colectivo, pero que deja dos jugadores arriba permanentemente buscando el por si acaso. Dos jugadores, por cierto, muy por encima de la media del equipo, como el marroquí Boussoufa, que anduvo con las luces encendidas. Esa sencillez en el juego despertó la ternura defensiva del Madrid. Ahí fue un completo desastre, con errores de colocación y de atención, a partes iguales.
Los vicios posturales del Madrid atrás tuvieron un segundo castigo, a vuelta del descanso. Un córner favorable a favor de los de Zidane acabó en un contragolpe emiratí defendido esperpénticamente. Fallaron Kovacic y Achraf, las últimas barreras del equipo, y Ali Mabkhout y Boussoufa caminaron solos hacia Keylor durante casi cuarenta metros. Contras así sólo han golpeado a equipos buscando un empate a la desesperada en los descuentos de un partido. No era el caso. El abudabí fue perdiendo ventaja en la carrera y acabó dándole una décima de segundo tarde el pase al marroquí, que marcó a puerta vacía. No le cazaron el árbitro ni el asistente pero sí el VAR, que le devolvió al Madrid lo que le había quitado.
Acertó Cristiano. Pasado el susto, el acertadísimo Ali Khaseif acabó bajándose del trapecio. Su lesión muscular le dijo basta. Cambió el portero y cambió la suerte del Al Jazira. Dos minutos después de entrar Ali Senani ya estaba recogiendo el balón de la red. Bastaron un sencillo pase de Modric y un remate cruzado de Cristiano para aliviar la angustia del Madrid.
Fue un regreso a la casilla de salida, un rebobinado del partido: el Al Jazira acuartelado en su área y soltando latigazos con su dúo atacante y el Madrid vaciando cargadores al aire. Benzema, siempre con más elegancia que testosterona y gol, estuvo en cifras récord: estrelló un mano a mano en el portero y dos remates en los palos.
Zidane decidió entonces darle más amplitud aún al frente de ataque del equipo, con Lucas Vázquez y Asensio duplicando los flancos. Y finalmente se entregó a Bale, al que siempre se le ha adivinado, entre lesión y lesión, pericia para el gol. Su primera pelota acabó dentro, aprovechando un envío de Lucas Vázquez y también la fatiga emiratí. Cristiano quiso taconearlo in extremis. La pifia desarmó definitivamente a Ali Senani y al Al Jazira. Luego dejó otra semichilena estupenda. Ojalá el Madrid encuentre en él la salida cuando el Gremio suba el nivel de exigencia.