Vinicius cambia
Su medio gol levantó a un campeón ordenado y sólido en Sevilla ● Modric volvió a ser el faro blanco
Zidane siempre tiene una vida extra, que no guarda relación con atributos felinos o la flor en el culo, sino con la capacidad de levantar al Madrid en los momentos de la verdad. En eso es indiscutible. En mantener al grupo en estado de alerta cuando el peligro no es tan inminente saca peores notas. Ante el Sevilla, en la primera sesión de su juicio, salió un Madrid sin lentejuelas pero con sentido del deber y salvó la primera rampa de una durísima escalada gracias a un medio gol de Vinicius, ese agitador imperfecto. El Sevilla, que se guardó toda la munición para el duelo, la disparó al aire.
El despecho parece envolver cada partido de Lopetegui ante el Madrid, que fue dos veces su casa y de la que salió dos veces sin triunfar. Quién sabe si por aquel mal divorcio apuntó a este partido desde hace una semana y le dio la espalda al del miércoles ante el Chelsea, a costa de engorilar a parte de la afición del Sevilla, molesta por ese gesto de eurorrenuncia. Guardó el guipuzcoano a su cuerpo de élite para el duelo de este sábado y cambió a ocho futbolistas de los que sufrieron la avalancha de Giroud. Ese lujo no pudo permitírselo el Madrid, más cigarra que hormiga en Europa y con pocas opciones de rotación. Queda la impresión en este equipo de que algunos están tardando demasiado en llegar y otros demasiado en irse.
Esta vez, después de siete suplencias consecutivas, fue titular Vinicius. Los pecados que en otros son veniales en él parecen mortales. Y queda en el aire, quizá porque aún está en edad universitaria, que cada vez que va al banquillo es por su bien, como si salir del equipo le hiciera bien a alguien. Le quitó el sitio a Asensio y se cargó de razón. Nadie en la plantilla mueve más el árbol.
Vinicius empezó como suele, estando siempre en el ajo y miope ante la portería. Antes del primer minuto recibió de Rodrygo casi en área pequeña y cruzó demasiado su remate. Y poco después se fue a por Bono y a punto estuvo de hacerle pagar su exceso de confianza con los pies. Sus comienzos recuerdan a los de Higuaín, enorme productor de ocasiones y no tanto de goles. En cierto modo eso es este Madrid, un equipo que siembra más de lo que recoge y que se desvanece al primer contratiempo, consciente que no tiene pólvora para la remontada.
Con sus aciertos y sus errores, con sus maniobras de tribunero y de artificio (quiso sacar con dos