El Celta justifica la utilidad del talento
Cuando aparecen los buenos.
De no tratarse de un simple espejismo, el Celta que se esperaba ya está aquí. Mejor llegar tarde que no llegar nunca. Los brotes de conformismo que exhibió ante Villarreal y Valladolid se disiparon con una goleada edificada a través del talento. Cuando se juntan Denis, Rafinha, Aspas o Smolov sólo deberían suceder cosas positivas. Los primeros 25 minutos ante el Alavés, hasta la roja de Aguirregabiria que lo facilitó todo, englobaron las cualidades que se intuían en un equipo como el Celta. Hubo movilidad, sentido del espacio y calidad técnica. Smolov fijó y rompió, Rafinha y Denis se aproximaron el uno al otro y Aspas afiló cada acción. El Celta sometió al Alavés con una posesión –cuota del 69%– fluida y cuidada. Atacó bien y defendió bien, anotándose 20 recuperaciones en ese primer tercio del encuentro. La crecida futbolística señala el camino a seguir.
La valentía.
En el Espanyol se quebró la mejoría. La visita del Levante volvió a denunciar su inconsistencia y limitaciones. Todo lo contrario en un Levante al que nadie le puede discutir su apuesta ofensiva. Paco
López se sirve de jugadores de buen pie y no duda en alinearlos. En Cornellà se aprovechó de la debilidad perica. En los intervalos entre central, lateral y pivote operaron siempre con criterio Campaña y Bardhi (49 toques y 82% de acierto en el pase), junto a un Mayoral que aceleró cada vez que convenía. Al reunir a tanto futbolista por dentro se abrieron los carriles para las incorporaciones de Miramón y
Clerc. Desde esas coordenadas dibujó un triunfo que sólo peligró por su flojera en el balón parado defensivo al encajar el 14º gol de esta forma. Ni por esas se le escapará una permanencia que ve más lejana el Espanyol.
La similitud.
No hay margen para los malentendidos cuando se mira a Getafe y Eibar. Se conoce al dedillo su plan. El relato sólo admite la profundidad y la presión y previene los riesgos en campo propio. Los rasgos comunes de ambos dejaron una estadística muy significativa en su enfrentamiento. Fue el partido de LaLiga en el que menos precisión en el pase se vio, con apenas un 50,7% de las entregas buenas. La cifra de balones perdidos también ascendió hasta los 406, el segundo dato más alto de la competición, aunque casi todos lejos de sus áreas.
La lógica se impone.
Se acabó la era de Rubi en el Betis. Tras su exitoso paso por Huesca y Espanyol se lleva un rasguño sospechado durante todo el año. Sin un medio centro que canalizara el juego, con un delantero como Borja Iglesias desasistido e irreconocible, ataca siempre mal para defender todavía peor. La idea dominante que proponía Rubi se ha acotado a las batutas más ruidosas que eficaces de Canales y Fekir. Atrás se derrumba a la espalda de los laterales y el pivote, sin poder robar arriba –34 metros de distancia media a su portería– y con un repliegue deficitario. Sólo el Mallorca encaja más goles. Ha sido la crónica de una destitución anunciada.
Rubi Acotó las batutas más ruidosas que eficaces de Fekir y Canales