Boda galáctica de Sergio y Pilar en Sevilla
Cerraron la Catedral hispalense ante cientos de curiosos
Alas seis y diez de la tarde, con puntualidad camera, apareció Sergio Ramos por la Puerta del Príncipe de la Catedral de Sevilla. Llevaba el central del Real Madrid un chaqué clásico, de negro perfecto, y un tupé rubio a juego con el color verde pistacho que vestía su madre y madrina, Paqui García, mantilla aparte. Desde tres horas antes se agolpaban en los accesos de la Avenida de la Constitución y el de los Reales Alcázares (¿recuerdan que allí se grabó una parte de Juego de Tronos?) varios cientos de sevillanos y algún guiri despistado que rompió a chillar cuando por el paseíllo aparecieron con máximo glamour David Beckham y su mujer Victoria. Vaya cómo sigue despertando pasiones el inglés y cómo lo
hace también uno de los béticos infiltrados, el portuense inefable Joaquín Sánchez. Fueron más vitoreados incluso que el novio pero ni siquiera ellos dos, tan archiconocidos, se libraron de tener que enseñar la calcomanía con el unicornio y un número de identificación, contraseña nada secreta, justo antes de poder acceder al recinto católico más grande del Mundo. Un sitio en el que también se casaron la Infanta Elena y Jaime de Marichalar, María Eugenia Martínez de Irujo y Fran Rivera o Cayetana de Alba y Luis Martínez de Irujo.
Le tocaba esta vez a un futbolista ultramediático y una estrella de la televisión, como el torero y la tonadillera de este siglo XXI. No hacía demasiado calor para tratarse de Sevilla, un 15 de junio. Hasta eso acompañó en la ciudad de las novelas cuando 20 minutos después del novio arribaba la torrejonera Pilar Rubio, con su vestido de blanco roto. Unas flores negras y unas trenzas entre el flamenco y su pasado rockero fueron lo primero que asomó del Lincoln Navigator que la trasladó hasta casi la puerta, ese coche blindado que manejan los americanos del FBI. Eran las seis y media y los invitados más tempraneros llevaban ya hora y media dando vueltas entre la Capilla Real y los mojitos de fresa-frambuesa que se ofrecían justo antes de entrar para calmar la sed. Alguno sudaba la vestimenta, casi desesperado.
30 miembros de seguridad del Madrid velaban por la tranquilidad de los asistentes y pedían educadamente que se dejaran los móviles en la puerta, pero en la era de las redes y los espías digitales fue como intentar ponerle puertas al campo: así que coló algún teléfono y las imágenes interiores, aunque borrosas, no tardaron en aparecer por Internet. Varias horas antes del enlace, La Catedral había sido cerrada a las visitas turísticas.
Sólo para los novios y sus invitados. Y allí, bajo la Virgen de los Reyes y con el deán de la Catedral, Francisco Ortiz, como oficiante, se prolongó la ceremonia durante algo más de media hora. No pudieron Sergio y Pilar casarse en el Altar Mayor porque para ello hacen falta títulos, se entiende que nobiliarios, porque a saber: un Mundial, dos Eurocopas, cuatro Champions, cuatro Ligas, dos Copas, tres Supercopas de España y otras tres de Europa... adornan el interminable palmarés del capitán, oh capitán, sobre el que Walt Whitman
Beckham El inglés y Joaquín fueron los más vitoreados de la tarde
Deán Les casó Francisco Ortiz en la Capilla de la Virgen de
los Reyes
hubiera versado de haber vivido estos tiempos y no nacer en Nueva York sino La Macarena. Valió con que entonara un flamenco Ave María esa cantaora de San Fernando, la Niña Pastori, que acompañada de la guitarra sacó las lágrimas a los testigos (el padre y René, hermano de Ramos, Florentino, Cristóbal Soria y Beckham), a la pareja y a más de un invitado antes de que los novios se convirtieran en marido y mujer para posar y besarse felices. El sol ya comenzaba a caer sobre el Guadalquivir y el personal enfilaba por la A-49 hacia el fiestazo nocturno en la finca La Alegría SR4, que el futbolista posee en la localidad aljarafeña de Bollullos de la Mitación, camino de Huelva.