Temor a una fuga de marcas
Los grandes fabricantes revisarán sus programas de competición en plena crisis
Las estrategias de márketing en la industria del automóvil relacionadas con la competición son fluidas. Por ejemplo, Peugeot compitió en los rallys en los años 80, con la prohibición del Grupo B llevó aquellos coches al Dakar, fabricó motores para F1, empezó el siglo dominando el WRC y después fue a por las 24H de Le Mans. Recientemente apostó por el Dakar con tres victorias consecutivas, entre ellas la de Carlos Sainz, y ahora vuelven a sondear la Resistencia. Las marcas entran y salen de los campeonatos en función de sus necesidades, las carreras son un importante recurso de promoción para la automoción, pero en periodos de crisis es inevitable que muchas, o todas, se replanteen su continuidad.
Audi ha abierto la veda anunciando su adiós al DTM a final de año. El programa cuesta unos 30 millones de euros, insostenibles en esta coyuntura mientras Europa se recupera de la parálisis del COVID-19. Sin ir más lejos, en España, las matriculaciones de turismos en abril cayeron un 96,5%, apenas 4.163 unidades según ‘Anfac’.
Un importante exdirector de competición explica a AS que los fabricantes tienen dos formas de publicitarse con las carreras: “Con programas de producto, para un modelo en concreto, o con programas institucionales en los que el objeto de promoción es la propia marca y sus tecnologías, como F1 o el Dakar”. En el Gran Circo están Mercedes, Ferrari, McLaren, Renault, Honda y Alfa Romeo; Le Mans es territorio Toyota; el Dakar, para Mini y Toyota; en el
Mundial de rallys compiten Ford, Toyota y Hyundai, y en Fórmula E conviven grandes grupos (Nissan, DS...), premium (Jaguar) o especialistas eléctricos.
¿Habrá más espantadas como la de Audi? En competiciones medianas o pequeñas seguro, de hecho el DTM queda herido de muerte. En las grandes, al tiempo. Mantendrán su inversión en Fórmula E, donde un equipo puede costar 15 millones por temporada, pero Alejandro Agag es cauto: “Podría golpearnos a nosotros”. De hecho, el dieselgate de 2017 ya forzó al Grupo Volkswagen a dejar de golpe rallys y Resistencia. Jean Todt, presidente de la FIA, reconoce el peligro: “No creo que sea prioritario para ningún fabricante la continuidad en el automovilismo. Equipos y suministradores tendrán que revisar sus programas y debemos ser humildes. Aunque amamos el automovilismo, no es esencial para la sociedad”.
Fórmula 1. “El automovilismo es caro”, suele recordar el bicampeón Carlos Sainz, que ante este escenario no oculta su preocupación: “Marcas y patrocinadores están sufriendo y todo el mundo está esperando al día después”. En la F1, este asunto preocupa a Liberty Media y la FIA bastante más que el calendario de 2020. Ya se ha hablado de las dudas en Daimler con respecto de la continuidad del campeonísimo Mercedes y todos los constructores excepto Ferrari y Red Bull piden la reducción del techo de gasto hasta 100 millones. No para equilibrar la parrilla, sino para evitar fugas indeseables como las de Toyota y Honda en pleno crash de 2008.