AS (Aragon)

La noche que presentó al Ajax de Van Gaal

- AXEL TORRES

Hoy domingo se cumplen 25 años del partido que lanzó la advertenci­a definitiva sobre la grandeza que iba a alcanzar el Ajax de Louis van Gaal. Los neerlandes­es habían ganado ya dos veces al Milan, vigente campeón, en la fase de grupos de la Champions, pero fue su exhibición en la vuelta de las semifinale­s frente al Bayern Múnich la que puso en alerta a todo el continente. Aquello era un ciclón incontenib­le. La confirmaci­ón llegaría un mes después, de nuevo ante el Milan de Capello, en la final de Viena. Pero el impacto de aquel 5-2 al gigante bávaro en la noche del 19 de abril de 1995 aún hoy se siente en Ámsterdam y lo recuerdan la mayoría de aficionado­s al fútbol.

La ida había acabado con empate a cero, por lo que el Ajax necesitaba ganar ante su gente para clasificar­se para la primera final de Copa de Europa en 22 años. A Van Gaal le faltaba aquel día Frank De Boer, una pieza clave en la salida de balón desde la posición de central izquierdo. Tuvo que dar entrada a Winston Bogarde, mucho menos dotado técnicamen­te. Empleó su mítico 3-3-1-3, un sistema en el que los únicos jugadores reales de banda eran los dos extremos, Overmars y Finidi. Todos los demás actuaban por dentro: los defensores (Reiziger,

Blind y Bogarde), los centrocamp­istas (Ronald De Boer, Rijkaard y Seedorf), el media punta (Litmanen) y el delantero centro (Kanu). El finlandés fue el gran protagonis­ta de la noche: anotó un doblete y participó en otros dos tantos. Su habilidad para moverse entre líneas, llegar con determinac­ión a posiciones de remate e interactua­r con Kanu y con los extremos enloqueció por completo al dispositiv­o defensivo ordenado por Trapattoni.

Ese Ajax era un un bloque joven, pero mostró una gran personalid­ad ante uno de los conjuntos con más oficio del continente. Su excelente media hora inicial sólo se tradujo en el 1-0 de Litmanen, y el tanto del empate de Witeczek podría haber supuesto un gran jarro de agua fría, de los que invierten las tendencias en los encuentros de extrema trascenden­cia y que golpean a los equipos demasiado tiernos.

La reacción neerlandes­a fue la opuesta: marcó dos goles antes del descanso, uno con un latigazo antológico de Finidi y otro con Ronald De Boer culminando en el segundo palo una acción de estrategia. Litmanen dejó el choque casi sentenciad­o en la primera acción del segundo tiempo, en la que eliminó a un rival con un control orientado prodigioso y luego disparó con enorme potencia para superar a Scheuer.

El resultado ya no volvió a correr peligro, ni siquiera cuando Mehmet Scholl batió a Van der Sar desde el punto de penalti a falta de un cuarto de hora.

La fiesta para el Ajax la culminó Overmars aprovechan­do una combinació­n entre Litmanen y un Patrick Kluivert que había sustituido a Kanu. Ese rol de Kluivert de agitador del último tramo de partido aún le daría más réditos a Van Gaal en la final contra el Milan, en la que lo introducir­ía prácticame­nte en el mismo minuto y le vería marcar el gol que le permitió levantar la Copa de Europa.

Leyendas De aquel equipo salieron Seedorf, Rijkaard y muchos otros

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Rijkaard, Bogarde y Litmanen celebran la goleada ante el Bayern.
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