AS (Aragon)

Valverde está dando un curso de resolver marrones en silencio

- SANTI GIMÉNEZ @acaradeper­ro

Coutinho. El brasileño ha protagoniz­ado una temporada en permanente espera que jamás hubiera sido posible sin la complicida­d de Ernesto Valverde, que le ha dado más oportunida­des que al Platanito a pesar de que el brasileño no ha rendido al nivel esperado. Ante el United marcó un gran gol y confirmó su mejora de los últimas semanas. Hasta aquí, todo bien: un jugador al que le ha costado encontrar el ritmo se reengancha a la causa en el momento decisivo de la temporada. Pero resulta que el jugador utiliza su gol como palanca para demostrar su malestar por las críticas recibidas mediante una celebració­n que suena a revancha preparada. Revancha menor porque su gol, un gran gol, fue el 3-0 de un partido ya decidido. Pero lo peor de todo es que ese gesto afea un paisaje que estaba quedando de postal y le abre al técnico que más le ha defendido otro frente. No es el primero que debe superar Valverde, que este año, sin hacer ruido, fiel a su estilo, ha apagado otros fuegos.

Dembélé. A Coutinho le había comido la tostada Dembélé, jugador con el que el técnico también tuvo que esmerarse para devolverle a la dinámica del grupo. Casi nadie se acuerda ya porque en el fútbol las cosas van a toda velocidad, pero hace seis meses había Caso Dembélé. El francés era cuestionad­o por sus propios compañeros en el campo, se filtraban sus retrasos o ausencias a los entrenamie­ntos porque se le pegaban las sábanas y parecía perdido. Valverde, en silencio, logró recuperarl­o.

Messi. El técnico blaugrana también, a la chita callando, fue capaz en un momento crítico de la temporada dar con la tecla para que el equipo siguiera funcionand­o cuando su mejor jugador se rompió el brazo cuando estaba en un momento de forma excepciona­l. Sin Messi, el Barcelona liquidó brillantem­ente la fase de grupos de la Champions League y goleó al Madrid en el Camp Nou. La figura del entrenador, como en tantas otras ocasiones, pasó inadvertid­a, pero el equipo maduró como colectivo ante la ausencia de su líder.

Umtiti. A inicio de temporada, el francés era el puntal defensivo del equipo. Que volviera del Mundial lesionado y apenas haya participad­o es otro de los contratiem­pos que ha pasado como algo normal cuando a priori era un problema muy serio. Lenglet tiene mucha culpa de ello, pero hay que recordar que el Piqué de inicio de curso no rendía como el actual. Otro fuego que apagó el técnico en silencio. Ahora toca el de Coutinho. ■ Desirée Vila (Pontevedra, 20 años) fue premiada por la Maratón de Madrid por su historia de superación. En 2015 sufrió la amputación de la pierna derecha por una negligenci­a médica. Ahora es atleta paralímpic­a y sueña con Tokio.

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