Ballbé ya es el “capitán” en la selección de Dios
Dejó el hockey tras Londres 2012 y ahora es sacerdote en Mataró
Litus Ballbé (Barcelona, 1984) jugó en varios equipos de hockey hierba en División de Honor y en Bélgica. Olímpico en Londres 2012, donde ya estaba en el seminario, se ordenó sacerdote. “Si todo el mundo trabajara el alma como Cristiano su cuerpo, seríamos mejores”, sentencia.
Alas 10:00, con puntualidad religiosa, Litus Ballbé (Barcelona, 1984) espera a AS con su alzacuello, sentado junto a un árbol enfrente de la Iglesia de Santa María de Mataró, charlando con una señora mayor sobre “sus problemas”, con paciencia y psicología. Es su nueva pasión desde el pasado mayo, cuando entregó su vida a Dios: “Esto es como casarte. Tuve tiempo para pensarlo y es lo que quiero”.
Antes de ver la luz, Ballbé era un prometedor jugador de hockey, que militó en varios equipos de División de Honor y en Bélgica, internacional en los Juegos de Londres 2012, donde su historia trascendió hasta tal punto que el seleccionador tuvo que impedirle que siguiera haciendo entrevistas. “Los valores del deporte y de la iglesia son parecidos. Al cura lo veo como un capitán y a Dios como el entrenador. Yo me considero un Santi Freixa o un Pau Gasol: intentamos hacer mejores a los demás”, reflexiona, mientras no pasa inadvertido en un café del centro del pueblo.
Ballbé madruga a diario. “Tengo misa a las 7:00 u 8:00 de la mañana y luego a las 20:00. Rezo, estudio, colaboro con medios de comunicación y por las tardes hacemos repaso escolar con los niños. Y también jugamos al fútbol. Nuestra labor es, además, pastoral”. Aunque ha intentando matar el gusanillo del stick jugando en un equipo de Barcelona en los ratos libres, la incompatibilidad entre sus horarios y los del hockey le ha hecho buscar otros alicientes. “Quiero hacer un equipo de fútbol, con los niños que tienen dificultades. El deporte debe ser una vía de integración. Ves a niños que discuten e intentan pegarse, pero luego luchan en el equipo por el mismo objetivo”, asegura.
Bromas.
La naturalidad de Ballbé y su fuerte convicción le ayudan a reirse de las bromas de sus amigos. “Me dicen que no cambie nunca, aunque hay alguna que cuando me ve con el hábito me comenta: ‘quítate eso, Litus”. Incluso, ha vivido momentos surrealistas. “Una amiga me preguntó si un cura podía conducir coches, por ejemplo, porque nunca vio a uno. Tiene lógica su razonamiento, pero es absurdo. Otros me comentan que nunca me han tenido que gustar las mujeres. Creen que ser cura es innato y que soy un santo desde pequeño. Los curas también lloramos y necesitamos ayuda. Somos personas normales. Es divertido, porque una persona me preguntó también si podía beber cerveza”, explica mientras sonríe.
En las misas de Ballbé, el deporte está presente. “Les hablé de la final de la Champions. Les dije que todos los jugadores se preparan y cuidan su imagen antes de ese partido. Si un feligrés cree que ir a misa es lo más importante, debería hacer lo mismo”, soslaya, mientras profundiza en lo que simboliza el fútbol hoy en día. “Si todo el mundo trabajara el alma como Cristiano el cuerpo, seríamos mejores. Cada jugador tuvo su vida y seguro que lo pasó difícil”, mientras analiza el deporte: “La gente idolatra cosas que no toca. Creen que un deportista es de por sí una buena persona”. Amén.
“Algunos me comentan que nunca me han tenido que gustar las mujeres” “Hay que cuidar el alma como Cristiano el cuerpo. Iríamos mejor”