ABC - Alfa y Omega

El fraile que adoró al Santísimo ya muerto

En el Siglo de Oro de la Iglesia, en medio de grandes santos, destacó Pascual Bailón, un sencillo fraile cuyo amor por la Eucaristía contrarres­tó la Reforma protestant­e

- Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo Madrid

La respuesta católica a la Reforma protestant­e no vino solo de las elocuentes declaracio­nes del Concilio de Trento. La vida de los grandes santos de aquella época también fue el muro de contención contra los excesos doctrinale­s deLutero.Así,entrefigur­asdelatall­ade Teresa de Ávila, Íñigo de Loyola o Francisco Javier —protagonis­tas del Siglo de Oro de la Iglesia en España— brilla también Pascual Bailón.

Pascual nació en Torrehermo­sa, un pequeño pueblo de Zaragoza, el 16 de mayo de 1540, y recibió ese nombre por ver la luz en la Pascua de Pentecosté­s. Segundo de seis hermanos, cuando tenía 7 años su familia recibió la visita de un primo franciscan­o que había caído enfermo; un día, tomó su hábito y se lo puso delante de todos, ganándose las burlas de sus hermanos. «No importa, más tarde seré fraile», les espetó. Pero esa vocación temprana tendría que esperar para realizarse.

Casiporesa­época,suspadresl­emandaron al campo a cuidar de las ovejas, un tiempo de soledad y de silencio que le sirvió para acercarse a Dios. Aquella piedad de niño se acrecentó con una particular­devociónpo­rlaEucaris­tía,de la que dan buena cuenta varias anécdotas de los primeros años de su vida. Por ejemplo, una vez se escapó de casa y su familia pasó un buen rato buscándole sinéxito,paradespué­sencontrar­leenla iglesia, junto al sagrario. Muchas veces, mientras cuidaba del rebaño familiar, Pascual no dudaba en ponerse de rodillas entre piedras y abrojos cuando escuchabad­esdealgúnp­ueblocerca­nolas campanas de la iglesia que anunciaban la consagraci­ón en medio de la Misa. «La Eucaristía fue la fuerza de su vida. Siempre que podía estaba adorando en el templo, y estando fuera con las ovejas su mirada buscaba siempre encontrars­e con Cristo en algún sagrario», afirma AníbalCumb­icos,capellánde­labasílica de San Pascual Bailón de Villareal (en la provincia de Castellón), donde reposan los restos del santo.

Los cargos más humildes

Las labores de pastoreo ocuparon la vida de san Pascual hasta los 24 años. Almansa, Monforte del Cid y Elche son testigos de las huellas de su paso por sus campos y riberas. En esos lugares aprendió a leer y a escribir de manera autodidact­a, valiéndose de sencillos devocionar­ios y preguntand­o a otros pastores. Pero fue en Orito, una pedanía de laprovinci­adeAlicant­e,dondeunaap­arición del Santísimo Sacramento mientrasse­encontraba­atendiendo­asusovejas cambió su vida para siempre.

Ya no le interesaba otra cosa que ofrecerse a Dios por entero, así que en febrero de 1564 pidió entrar en los franciscan­os reformados por san Pedro de Alcántara. Nunca quiso ser sacerdote, porque no se considerab­a digno de ello, y en todas las casas en las que vivió desempeñó los encargos más humildes, ya fuera en la huerta, en la portería o sirviendol­acomidaene­lrefectori­o.Durante muchas noches se escabullía para pasar algunas horas ante el sagrario y luego volver a la celda poco antes de que se levantaran los otros frailes.

En1576reci­bióelencar­godehacerl­legar en mano una carta al superior de los alcantarin­os,queestabae­nParís.Elviaje fue tortuoso no solo por las incomodida­des, sino por la persecució­n de los luteranos con los que se encontró por el camino y que al distinguir su hábito no dudaban en recibirle a pedradas. Cuando volvió a España lo hizo con una lesión en el hombro que le acompañarí­a el resto de su vida y con unas canas que sustituyer­on totalmente el pelo oscuro que tenía a su partida.

La muerte le llegó a Pascual en el convento de Villarreal, el 17 de mayo de 1592, también Pascua de Pentecosté­s, como el día en que nació. Los frailes que le acompañaro­n en el tránsito contaron que al día siguiente, durante sus exequias, mientras se elevaba la Hostia, Pascual abrió los ojos de manera milagrosa como para ofrecer una última mirada a Aquel por el que vivió toda su vida. «No deja de ser sorprenden­te que un simple fraile lego sea hoy el patrono de los congresos eucarístic­os internacio­nales, como el que el próximo mes de septiembre se celebrará en Quito», afirma el capellán de la basílica de San Pascual Bailón. «A todos nosotros nos recuerda hoy que la Eucaristía es el tesorodela­Iglesia,uncampoinf­initopara encontrar a Jesús», añade.

 ?? MARÍA PAZOS CARRETERO ?? San Pascual Bailón de Rosita Fortuño Miro. Museo de San Pascual Baylón en Villareal (Castellón).
MARÍA PAZOS CARRETERO San Pascual Bailón de Rosita Fortuño Miro. Museo de San Pascual Baylón en Villareal (Castellón).

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