El cuidado de los abuelos de la diócesis
El cardenal Cobo se ha encontrado con los sacerdotes mayores de 75 años en el Seminario Conciliar de Madrid para animarlos a «nacer de nuevo» como curas
Había el pasado jueves en el Seminario Conciliar de Madrid un ambiente de fiesta. Muchos sacerdotes reunidos, más de un centenar, que peinan canas —«algunos ya ni eso», se oía—, que usan bastón y gafas, con las voces cascadas… Se reunían con su obispo, con el cardenal José Cobo, en una convocatoria para los sacerdotes de la diócesis mayores de 75 años a la que acudían emocionados e ilusionados como niños, aunque sus manos ya no ocultan el paso del tiempo. Cuántas aguas bautismales derramadas por esas manos; cuántos óleos ungidos en los catecúmenos y enfermos; cuántas parejas casadas; cuántas bendiciones impartidas, a miles; cuánta sanación de almas en los acompañamientos espirituales. Cuántas veces hecho Jesucristo presente en medio de los hombres gracias a ese sí quedieronhace más de 50 años la gran mayoría de ellos.
Están jubilados, pero no parados. Responden con su vida a la invitación que les hacía el cardenal José Cobo: «Tenéis una misión: nacer de nuevo en cada
momento, sin cansarse. Nos os canséis nunca de ser curas».
Como no se cansa Ángel Sanz, en la parroquia Santa Irene, volviendo a dar catequesis a niños de Primera Comunión a sus casi 80 años. Siguen preocupados por cómo anunciar el Evangelio en esta época diferente en la que, comprueban, muchos padres alejados vuelven a acercarse a la Iglesia gracias a los sacramentos de iniciación de sus hijos. Es un cambio de época, sí, como dice el Papa Francisco y les recuerda Cobo. Pero para eso están ellos, que vivieron el Concilio Vaticano II y algunos hasta siete planes de estudios en el seminario. «Somoslageneracióndelcambio.cuente, señor obispo, con un senado, que sabemos algo de esto», le dice José Aurelio, seminarista del año 59. La respuesta de Cobo es «que nos enseñéis», porque «nos tendréis que decir cómo se hacen los cambios».
También les dice que pidan ayuda, porque «queremos estar cerca». Lo necesitan; a veces se sienten solos. Ellos, padres de tantos, ahora que son abuelos y dejan a un lado las responsabilidades —«todos los que estamos aquí hemos sido párrocos»— desean que no selesdejedelado.enamoradosdelaeucaristía y de la Iglesia, y a pesar de que el cuerpo ha perdido vigor, su espíritu sigue firme ante el Señor y con fuerzas para continuar. Piden «que se nos prepare bien al clero para jubilarnos —continúa José Aurelio—, y aceptar con alegría y con paz este momento».
«Cada momento de la vida nos da la oportunidad de ser cura de otra manera», insiste el arzobispo. Su presencia es algo de lo que puede seguir disfrutando la diócesis, pues a estos curas mayores que «siempre habéis estado» y «estáis» actualmente, «la diócesis os necesita», les recuerda Cobo. Lo repitió en la homilía durante la Misa que concelebró con ellos: «Vuestro obispo cuenta con todos para la evangelización de este Madrid; por eso necesito vuestra memoria, vuestra oración y vuestra entrega actual». «Gracias por vuestra fidelidad», concluyó. Y algunos aplaudieron, espontáneos. Ya lo decía Basilio Grajal, de 87 años, venido desde Zamora: «Esto rejuvenece».