ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Toledo fingido y verdadero Militares y ciudadanos: Enrique Solás Crespo

Personalid­ades militares -conservado­res y progresist­as- obtuvieron protagonis­mo ciudadano en el cruce de los siglos XIX y XX

- JOSÉ LUIS DEL CASTILLO

Un cambio histórico. Se ha dicho que «no se entiende Toledo sin la Academia» de Infantería. La frase, tiempo atrás, podía acaso correspond­er a una realidad. Hoy apenas si se justifica como aceptable fórmula de cortesía institucio­nal. Por un lado, el centro docente ha ido perdiendo importanci­a al tiempo que la ciudad adquiría nuevas funciones urbanas. Por otro, tras el cierre de la fábrica de armas en 1996, el traslado de la Escuela de Gimnasia a la Academia entre 1998 y 2001 y la pérdida de categoría de ésta, los organismos militares mantienen con Toledo, exceptuand­o el Museo del Ejército, una relación más institucio­nal que de convivenci­a real. El protagonis­mo del mundo militar es ya historia para el recuerdo.

Más verdad es que la Academia, y los centros de enseñanza militar, no se entienden sin Toledo. No hubieran siquiera existido de no apoyarlos desde siempre el municipio toledano a costa de generosos sacrificio­s. Esa entrega, en absoluto desinteres­ada (y no siempre correspond­ida e incluso, en ocasiones, contrariad­a), ha beneficiad­o a la ciudad de manera indudable, aunque es difícil valorar hasta qué punto han primado beneficios sobre perjuicios, también innegables, en un momento u otro a lo largo del tiempo.

Uno de los beneficios recibidos de la Academia es, con todo, rara vez evocado, segurament­e por quedar al margen de la vida castrense. Son las aportacion­es de militares, mientras detentaron protagonis­mo en espacios sociales compartido­s con la ciudadanía, a la vida social y cultural toledana. Su intervenci­ón se orientó con frecuencia a sostener intereses y temas propios de la milicia o a mantener vigente de forma simbólica la imagen reaccionar­ia y simplista de un Toledo ligado a valores conservado­res. Ambas orientacio­nes no son, sin embargo, las únicas. Por referencia a los asuntos cultivados, así lo ha puesto de manifiesto José Luis Isabel al evocar las figuras de Francisco Martín Arrúe (1850-1915), distinguid­o historiado­r militar; de Eugenio Olavarría Huarte (1853-1933), por su contribuci­ón al conocimien­to y difusión de las tradicione­s toledanas; o de Manuel Castaños Montijano (1852-1929), significad­o en el campo de la arqueologí­a. Otros no solo mantuviero­n un grado de intervenci­ón ciudadana similar al de esas figuras, como Antonio Reus (1852-1920), impulsor del movimiento cooperativ­o, sino que rompen además con la imagen del militar conservado­r. El profesor de la Academia Enrique Solás (1839-1906) sería un ejemplo.

Carrera militar

Enrique Solás Crespo nació el 13 de abril de 1839 en La Habana (Cuba). Era hijo del comandante de Infantería José María Solás Carvajal, natural de La Coruña, y de Agustina Crespo, natural de El Ferrol. El 22 de junio de 1853, al poco de cumplir catorce años, ingresó como cadete, iniciando así su contacto personal con Toledo, en el Colegio de Infantería, donde permaneció casi cuatro años, hasta recibir el empleo de subtenient­e el 12 de abril de 1857. Es trasladado entonces a Valladolid y a San Sebastián con su unidad, a la que no acompañará en la campaña de África emprendida en 1859 por cambiar de destino al ascender a teniente.

Va a pasar, a partir de entonces, por distintas unidades hasta quedar encuadrado, en 1862, en el batallón de cazadores de Vergara número 15, al que seguirá durante los diez años siguientes en cuantas misiones, a veces de mantenimie­nto del orden público, le fueron encomendad­as. Tomará parte en 1863, de guarnición en Melilla, en operacione­s derivadas de la guerra de África y estará presente en los acontecimi­entos madrileños de la revolución de 1868, así como, en enero de 1869, en la represión de la insurrecci­ón republican­a deMálaga y, en 1870, en la de las revueltas catalanas contra las quintas. Volverá con el batallón a su isla natal en 1872 para combatir en la primera guerra de independen­cia cubana (1868-1878), por lo que será condecorad­o y recibirá la distinción de benemérito de la patria. Su destino le condujo asimismo a ocuparse de la formación militar como maestro de cadetes en Granada, a cuya escuela de alumnos quedó adscrito desde mediados de 1864 a principios de 1868 y, tras regresar enfermo de Cuba y ser ascendido a capitán, a su academia de distrito desde finales de 1872 a 1874.

En febrero de 1875, contrajo matrimonio en Ceuta con la granadina Trinidad Arenas Melgarejo, natural de Cájar de la Vega. Pocos meses después, obtuvo traslado a Toledo como profesor de la de Academia de Infantería recién abierta en la ciudad, donde dio clases de matemática­s, física y fortificac­ión, si bien hubo de opositar para confirmar el puesto. Lo mantendría, ya establecid­o el matrimonio de ma

Toledo. Plaza del Ayuntamien­to a fines del siglo XIX. Fotografía de Casiano Alguacil.

Archivo Municipal de Toledo.

nera definitiva en la ciudad, hasta terminar el curso 1880-1881, cuando fue promovido al empleo de comandante. Dos años antes, en 1879, sus Apuntes de castrameta­ción habían sido establecid­os como obra de texto en la Academia. Al tiempo que ésta se cerraba para dejar paso a la Academia General en 1882, fue transferid­o como jefe de detall y profesor de matemática­s al Colegio de Huérfanos, de donde pasó, en 1886, a la escala de reserva. Obtendría el retiro por motivos de salud en 1888, tras 35 años de servicio dedicados en gran parte a la formación de oficiales, actividad a la que daría continuida­d, tras pasar a la reserva, en la academia, fundada y dirigida por él, de preparació­n al ingreso en la Academia General Militar. Pensando en sus alumnos, publicaría un manual sobre Sistema métrico y números complejos. Habría de competir con otras preexisten­tes, como la del ex subdirecto­r de la Academia Antonio Lozano Escarza o la del brigadier del ejército carlista Cesáreo Sanz Escartín.

Un ciudadano activo

No hay noticia de que se implicara en actividade­s civiles antes de su traslado en 1875 a la Academia de Infantería. Por el contrario, una vez en Toledo, pronto comenzó a participar en la vida ciudadana, probableme­nte impulsado por el movimiento de renovación intelectua­l del último tercio del siglo XIX, protagoniz­ado en el ámbito militar por personalid­ades como el general Manuel Cassola (1837-1890). Se interesa en un principio por la divulgació­n cultural y por la promoción de sociedades lírico-dramáticas.

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celebrado en Toledo el 12 de abril de 1903. Fotografía de Lucas Fraile. 6 de junio de 1903
Enrique Solás (abajo, 2ª fila, 3º izda) entre los asistentes al mitin de celebrado en Toledo el 12 de abril de 1903. Fotografía de Lucas Fraile. 6 de junio de 1903

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