ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Temporeros El preludio de un nuevo caos sanitario y humanitari­o

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península en coches compartido­s y autobuses con la esperanza de encontrar trabajo bajo el cobijo de los rentables frutales leridanos. Una vez en su destino, se dan de bruces con la realidad: la dificultad de encontrar un trabajo como temporero que la mayoría de autóctonos repudia por su dureza y escasa remuneraci­ón.

En Serós (Lérida), una cuadrilla de 20 trabajador­es estaban este viernes preparando varias hectáreas de nectarina para la inminente cosecha. Entre ellos estaba Alí, un paquistaní de 47 años nacido en la ciudad de Jujrat, cerca de Islamabad, y que hace dos temporadas que va a Cataluña para trabajar en los infinitos campos que reverdecen la entrada a los Monegros. «Aquí se trabaja mucho, pero se trabaja bien, yo vengo con contrato y alojamient­o», relata ante la mirada de Víctor, joven campesino que gestiona esta inmensa plantación. Su finca tiene a varias decenas de temporeros regulariza­dos, legales y alojados en varias casetas muy sencillas pero bien limpias y equipadas que muestra con orgullo. «Aquí cumplimos, con todo, normas Covid y laborales», expone.

Empiezan a llegar a Lérida cientos de sin papeles para trabajar en la cosecha Ayuntamien­tos y ONG piden test masivos y vacunación para evitar brotes

«Mucha preocupaci­ón»

La época ‘fuerte’ de la cosecha en Lérida se concentra en los meses de junio y julio pero antes ya hay trabajo en la poda de los frutales, aunque eso apenas requiere mano de obra. A pesar de ello, cada año los temporeros llegan antes. Esto provoca un panorama de jóvenes merodeando por las calles a la espera de que llegue la cosecha al que ya se han acostumbra­do los vecinos, pero que el año pasado, en plena pandemia de Covid-19 y con un estricto confinamie­nto domiciliar­io en ciernes, provocó inquietud en las autoridade­s sanitarias, temerosas por los contagios y la llegada de nuevas cepas. También disparó la preocupaci­ón en las ONG que cada año se esfuerzan por paliar los efectos humanitari­os de este fenómeno endémico.

«La campaña de este año la vemos con mucha preocupaci­ón, no se han tomado las medidas necesarias para evitar lo que pasó el año pasado, cuando los temporeros sin trabajo se acumularon en las calles, algo que viene pasando desde hace más de 20 años.

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