ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Un paso atrás
«Nos ha costado mucho lo conseguido y un hombre que dice que se siente mujer puede estar en una situación de ventaja», dice María José López, abogada
«Esta ley tendría unas consecuencias gravísimas y desaparecería el deporte femenino», augura Pilar Calvo, de la Asociación para Mujeres en el Deporte
La diferencia entre el
proceso que ha tenido que pasar la primera futbolista trans federada en España con lo que ahora se plantea es que Alba dejó de
competir con hombres a los 24 años y empezó a jugar con mujeres a
los 30 para que bajaran sus niveles de testosterona
y de fuerza
de fuerza, en todo. Si por ejemplo el futbolista Gareth Bale quisiera transicionar, veo imposible que en un año se le rebaje toda la musculatura que ha desarrollado como hombre. Tendría la misma fuerza mucho tiempo después. Ahí está la queja. Es lo que hay que analizar y regular bien». Palacios explica que su aceptación como Alba fue muy buena –«entré con mucha cautela y respeto»–, pero sí recibió algunas críticas por parte de algunos equipos rivales. « Por eso ahora muestro todas mis analíticas, para que comprueben que mi testosterona es siempre igual o incluso menor que la de una mujer cisgénero (y no transgénero). Al ser el fútbol un deporte de equipo, es menos visible, pero sí que puede haber notables diferencias en modalidades individuales. Y el deporte tiene que ser sano y justo. No se pueden aplicar leyes por aplicarlas».
La abogada María José López reitera que « hay que profundizar, sobre todo, en el ámbito deportivo, donde no se ha conseguido la igualdad ni se han puesto los mecanismos para que sea efectiva desde que saliera la ley de 2007». En su opinión, «un planteamiento de este tipo no se puede quedar en un carácter meramente descriptivo. Hay que abrir el debate e incluir a todos los estamentos, sobre todo a los que más perjudicados han estado o los que más problemas han sufrido». «Estamos buscando y trabajando por el desarrollo de la mujer y la cuota quedará minimizada según se desprende de este borrador. Trabajamos todos por la igualdad y por la protección, por eso la autodeclaración no puede ser lo único para invadir espacios», incide.
Reglas variadas por deporte
El debate lleva años instalado en las esferas deportivas internacionales. Y cada federación establece sus propias reglas de juego. Ciclismo o atletismo exigen menos de esos diez nanogramos de testosterona por mililitro de sangre establecidos por el COI; el rugby prohíbe la participación de personas trans en ligas femeninas. Estos Juegos
Olímpicos de Tokio serán, en principio, los primeros en contar con dos atletas trans: Tiffany Abreu, en voleibol –que compitió en Francia, Portugal o España como hombre–, y Laurel Hubbard, en halterofilia.
Ya quedaron atrás los estudios físicos de verificación de sexo, a través de demostración visual o estudio de cromosomas, como al que hacía referencia este periódico en 1977 sobre la tenista transexual Renee Richards. «Ha pasado un examen en Arkansas, dando 24 cromosomas sobre cien, con lo que fue autorizada a tomar parte, como mujer, en el torneo». Pero las normas siguen sin concretarse y los niveles de testosterona no parecen prueba suficiente. Ahí está el caso de Caster Semenya, a la que se le ha prohibido competir con mujeres porque su cuerpo genera unos índices de testosterona superiores a los requeridos. El Tribunal de Arbitraje Deportivo no aceptó su recurso, y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos todavía no ha dado su veredicto.
Hace unos días, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firmó la orden para permitir la participación de los deportistas trans en competiciones escolares. Una etapa todavía más peliaguda porque las diferencias de fuerza son más evidentes y porque en el deporte estadounidense escolar hay muchas plazas universitarias y becas en juego. Como respuesta, la extenista Martina Navratilova ha tomado partido apoyando un grupo de trabajo para estudiar un «enfoque ético basado en la ciencia para establecer un punto intermedio que proteja el deporte femenino y se adapte a los atletas transgénero». Las voces que se oponen critican que la postura defiende la igualdad siempre que los deportistas trans no obtengan resultados.
Ética individual
En este sentido, Palacios apela a la ética individual. «Yo, desde luego, si arrasara en una competición porque ha pasado poco tiempo desde la transición no me sentiría bien conmigo misma. Depende de cada persona, pero yo esperé unos cuantos años porque me gusta competir legalmente. Si veo que tengo mucha más fuerza todavía y ganara siempre por este motivo no competiría, desde luego».
También, indica, hay que observar el camino inverso. «Siempre hablamos de que el deporte femenino puede verse vulnerado, pero es necesario estudiar el caso de que una mujer quiera participar en una liga masculina. Puede que los hombres no pongan pegas al no creer que pueda vencerlos, pero si esa persona se hormona para conseguir su identidad de género puede caer en el dopaje. Y eso tampoco es justo».