ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La segunda juventud

- POR IGNACIO RUIZ QUINTANO

a segunda juventud de Cristiano Ronaldo está explicada en la tercera juventud de Zlatan Ibrahimovi­c, ahora en Los Ángeles, sede de su debut como galáctico del Galaxy en el fútbol estadounid­ense, con una exhibición de arte y poderío únicamente al alcance del Genio de la Victoria, en el Palacio Vecchio de Florencia, que es el modelo en mármol de Ronaldo e Ibrahimovi­c.

Ibrahimovi­c fue el primer futbolista en gritar «¡el rey va desnudo!» al paso de Guardiola, el golpista de Sampedor, y fue un personaje que por desgracia se perdió el madridismo, que debió hacerlo coincidir con Mourinho en el lugar de Higuaín, de Benzemá, de Kaká y hasta de Callejón.

—Me siento joven –explicó Ibrahimovi­c en Los Ángeles–. Ya dije en el pasado que me siento como Benjamin Button: nací viejo y moriré joven.

En tanto que futbolista, Ibrahimovi­c es hijo del cine, el libro de los que no leen libros, pero no va desencamin­ado.

Cavilando sobre estas cosas, un antropólog­o holandés, Louis Bolk, observó que un chimpancé recién nacido es igual que un hombre viejo, de lo que dedujo que el hombre no es más que el resultado de prolongar la etapa fetal del chimpancé, y desarrolló una teoría, la teoría de la «fetalizaci­ón» según la cual el hombre procede de un simio que, retardado en la infancia, logró reproducir­se.

—Un mono infantil con las manos todavía no deformadas al ser utilizadas como pies y la mandíbula todavía no alargada en busca de la fruta. ¡La fetalizaci­ón!

Cristiano e Ibrahimovi­c están en ese punto inicial de madurez que al decir de los cronistas hace tan bellas las rosas de otoño. Bolk nos proporcion­a la base de su misterio, y el ruso Voronoff, un secreto de la eterna juventud: según él, el cuerpo humano está constituid­o para vivir hasta una edad media de ciento cincuenta años. «El hombre puede y debe vivir ese tiempo». ¿Y quién desea las menguadas prerrogati­vas –serenidad, recuerdos, tolerancia, comprensió­n…– de la vejez?

L—Se ha dicho que el hombre tiene la edad de sus arterias, pero yo afirmo que tiene la de sus glándulas. Voronoff, doctor por París, ensayó sus injertos de glándulas genitales en corderos del Cairo antes de ponerse a manipular en monos. Presumía de haber triunfado con sus técnicas en la persona de un famoso violinista octogenari­o que «se puso a hacerle el amor a las mujeres como un galán de película». —Me siento como un niño al que le das un caramelo por primera vez y luego va persiguien­do caramelos –dice hoy Ibrahimovi­c–. Ése soy yo ahora mismo persiguien­do el balón. Y qué balón. Vista la volea del gol de su debut angelino, ¿qué podría esperarse del golpeo de Ibrahimovi­c a un «Telstar 18», el balón de «efecto ovni» con que se jugará el Mundial de Rusia, si el tiempo y la Guerra Fría no lo impiden? La Fifa probando balones es como Kim Jongun probando cohetes (¡el Cohete-man trumpiano!). Cuando Cruyff, el Profeta, dijo que el protagonis­ta debe ser el balón no se imaginaba la revolución tecnológic­a que ponía en marcha desde el Telstar de México’70 al Telstar de Rusia’18, pasando por el Tango, el Fevernova, el Jabulani o el Brazuka. «Tener un balón, Dios mío». –Ya se desinfla el balón. / Sopla tú fuerte la goma. / Ata ya el cuero marrón. / El de badana en colores / déjase a los menores / para botar con la mano. Con estos balones «kimjongún» (de trayectori­a impredecib­le), Ibrahimovi­c, Cristiano y Messi pueden estar haciendo goles galácticos hasta que San Juan baje el dedo, es decir, los ciento cincuenta años prometidos por Voronoff. A Zidane se le pasó la vez como jugador, pero puede acompañarl­os hasta esa edad como entrenador del Madrid: todo cuanto se le pide es no hacer el canelo en Champions, y él sólo ha de prestar su flor.

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Ibrahimovi­c
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