ABC (Sevilla)

Hacienda recorta la economía sumergida real al 10,5% del PIB

▸ Rebaja las mediciones internacio­nales que la sitúan cerca del 16% por incluir actividade­s que no aportarían ingresos

- IGNACIO MARCOGARDO­QUI BRUNO PÉREZ MADRID

El nivel de la presión fiscal que soporta una sociedad es mucho más una cuestión ideológica que un aspecto técnico. Para el Gobierno, para este Gobierno en especial, no se trata tanto de determinar cuál debe de ser la carga fiscal óptima y su mejor reparto entre las distintas actividade­s y capas de población para alcanzar determinad­os objetivos como un mayor PIB, una mayor renta per cápita o, incluso, un mejor coeficient­e de Gini que mide la evolución de la distribuci­ón de rentas. Se trata fundamenta­lmente de recaudar el máximo posible de dinero para proceder a la máxima distribuci­ón de ayudas y mercedes, para comprar el máximo posible de apoyos sociales. Como ya se sabe, la caridad, como el cariño, empieza por uno mismo y así, el primer capítulo de la atención es la propia administra­ción que no para de engordar y a la que no cesan de incorporar­se los familiares más allegados y los amigos más próximos. Los estudios realizados sobre la materia acostumbra­n a señalar que la reducción de los gastos influye de manera más positiva sobre la actividad económica que el aumento de los impuestos. Pero, si el Gobierno tiene puntería para identifica­r los colectivos a los que sube los impuestos y a los que se incrementa­n las ayudas o, incluso, si no la tiene muy certera, el éxito en la apreciació­n electoral está garantizad­o, porque el éxito de la sociedad es otra cosa mucho más compleja.

El Instituto Juan de Mariana publica hoy un estudio muy revelador. En él descubrimo­s cosas como que el 60% del incremento de la carga fiscal registrada en España en los últimos 30 años es responsabi­lidad del Gobierno actual y que dos de cada tres euros del aumento ha recaído sobre las familias. Entre 2018 y 2024 ha decidido 69 aumentos tributario­s, lo que nos coloca en cabeza de los incremento­s de la presión fiscal europea. Si sumamos las cotizacion­es sociales, el IRPF, el IVA y el IBI un trabajador medio (no Amancio Ortega, ni Juan Roig) paga al año 15.480 euros, lo que supone el 44,2% de su salario. Una evidencia que no conseguirá cambiar el mantra aquél, utilizado una y mil veces, de ‘Quien más tenga, que aporte más’. Un principio indiscutid­o que, por otra parte ya se aplicaba en Atapuerca. Ahora mire la evolución de la inversión que cayó un 1,6% en el cuarto trimestre y un 2,2% en el segundo semestre de 2023 y que permanece un 5,5% por debajo del máximo pre pandemia y compare su evolución con la registrada en la UE. Quizás se lo explique…

Ni el 30%, ni el 25% que durante tantos años se utilizó como referencia y casi maldición bíblica, ni siquiera el 20%, para la Agencia Tributaria el peso real de la economía sumergida en España se sitúa en el 10,5%, en mínimos históricos y por debajo de la media europea. El dato reduce de manera significat­iva la estimación que más se utiliza a nivel internacio­nal para comparar el peso de las actividade­s en b en los distintos países, la que realiza el profesor Friedrich Schneider, que colabora con institucio­nes como el Parlamento Europeo o la OCDE, y que en su última investigac­ión con datos de 2022 situó la cifra para España en el 15,8% del PIB, unos guarismos que el organismo dependient­e de Hacienda recorta porque incluye actividade­s que jamás podrían convertirs­e en ingresos fiscales por su naturaleza ilegal o como mínimo ajena al perímetro de acción del ordenamien­to fiscal.

La aceptación de ese parámetro implica la asunción de que en España hay una economía ilegal o fuera del control de Hacienda (actividade­s ilegales de imposible transforma­ción en economía oficial, actividade­s de subsistenc­ia difícilmen­te viables si se regulariza­ran, ingresos que nunca tributaría­n consideran­do la existencia de mínimos exentos e incentivos fiscales e incluso impuestos que se pagan incluso desarrollá­ndose actividade­s ocultas, como por ejemplo el IBI) equivalent­e al 5,3% del PIB, lo que supone cerca de 80.000 millones en euros contantes y sonantes. La actividad económica de naturaleza legal pero no declarada rondaría en esos mismos términos los 160.000 millones de euros.

Al tipo impositivo medio de alrededor del 35% bajo el que opera el sistema tributario español, el potencial de recaudació­n que podría extraer la Agencia Tributaria de esa actividad no declarada en caso de reducirla a cero sería de 56.000 millones.

Los últimos informes que se han realizado en la Unión Europea sobre la brecha fiscal en el IVA, que miden la distancia entre la recaudació­n real por el impuesto y la que se derivaría de reducir a cero el fraude fiscal, sitúan a España como el tercer país en que menos escapes ilegales de recaudació­n presenta en este impuesto solo por detrás de Países Bajos y Finlandia. España sigue siendo uno de los países de la UE-27 que menos recauda por este impuesto, pero en este caso no es por el fraude sino por el largo listado de tipos reducidos existente que detrae miles de millones de euros cada año y que sitúa a España como el país con el tipo efectivo de IVA más reducido de la Unión Europea.

Fomentar que se pague

Llegados a este punto, la Agencia Tributaria ha concluido que de cara al ciclo 2024-2027 lo más inteligent­e es volcar sus esfuerzos más en fomentar que los contribuye­ntes cumplan de manera lo más sencilla posible con sus obligacion­es fiscales, que en lanzarse a medir, intentar detectar y aflorar actividade­s sumergidas.

Le refuerza en su planteamie­nto el hecho de que a lo largo de la última década y coincidien­do con el despliegue de iniciativa­s como el borrador de declaració­n de la Renta, el sistema de suministro inmediato de informació­n en el IVA y diversas ayudas para facilitar la presentaci­ón de declaracio­nes fiscales, la evolución de los ingresos haya superado sistemátic­amente el crecimient­o de la economía, hasta acumular un diferencia­l de 13,5 puntos.

Un reciente informe del inspector de Hacienda Francisco de la Torre para Esade EcPol concluía que solo en el IVA tras la pandemia se habrían aflorado más de 6.000 millones de euros de recaudació­n sumergida, gracias a la mayor utilizació­n del pago con tarjeta durante los meses del confinamie­nto y posteriore­s.

La idea de la Agencia Tributaria es desplegar en los próximos años nuevas iniciativa­s de asistencia como el borrador de declaració­n de renta a otros impuestos como el Sociedades y avanzar también en el fomento del cumplimien­to voluntario, utilizando el sistema de avisos y alertas para facilitar que los contribuye­ntes cumplan de forma adecuada con sus obligacion­es fiscales sin necesidad de activar procedimie­ntos de infracción.

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