ABC (Sevilla)

«A los bares se nos culpa de lo de la Madrugada y fueron el refugio de mucha gente»

▸El presidente de los hosteleros sevillanos cree que se les está castigando sin motivo y confía en que en 2025 les dejen abrir más y «servir cerveza o vino»

- Empresario de hostelería —¿Qué se puede mejorar? POR JESÚS ÁLVAREZ

El empresario sevillano Alfonso Maceda, con una larguísima experienci­a en el sector de la hostelería, preside desde hace poco más de un año la Asociación de Hosteleros de Sevilla, El sector afronta desde este Domingo de Ramos la semana más importante del año, siete días en los que debe desdoblars­e y multiplica­rse para dar lo mejor de sí mismo y responder a las crecientes expectativ­as de los sevillanos y de los miles de turistas que visitan la ciudad.

—¿Cómo se presenta esta Semana Santa?

—Mirando el cielo. Tendremos que adaptarnos a lo que venga. Esperamos que en 2025 haya un poco más de apertura en el tema de la Madrugada. —¿No le gusta la «ley seca»? —Desafortun­adamente, nos siguen culpando por unos incidentes producidos en 2017 que no provocamos nosotros. Y seguimos siete años así. No sólo no fuimos culpables sino que los bares fueron el refugio de mucha gente. Nos duele que se nos criminalic­e y que se diga que no ha pasado nada porque los bares estaban cerrados.

—Dice el delegado de Fiestas Mayores que muchos bares no quieren abrir esa noche.

—Es que muchas veces no es rentable o no se tiene personal para el día siguiente. Y somos consciente­s de que hay bares en sitios emblemátic­os que si no abren perjudican a muchos usuarios. Pongo el ejemplo de la Campana. —¿No hay mejoras respecto a los años

anteriores de la «ley seca»?

—Sí, esa media horita más, desde la 1,30 hasta las 2. Y también se han ampliado algunas calles como San Fernando donde sí se puede solicitar esa apertura, pero sin alcohol.

—¿Se van a acoger muchos bares a esa autorizaci­ón?

—Unos 14 bares pegados a la carrera oficial podrán dar servicio a las sillas o a la Campana. De hecho, nosotros lo vamos a hacer con Capitol, en la Plaza Nueva.

—¿Qué les gustaría mejorar?

—Queremos para 2025 que se amplíen a más zonas y que se pueda vender cerveza o vino. La persona que quiera emborracha­rse en Madrugada lo hará, estén los bares cerrados o no. Nosotros somos los primeros interesado­s en que nadie se emborrache.

—¿Cree que se está siendo muy duro con los veladores de los bares?

—Yo creo que sí. Y el tema de horarios ha cambiado muchísimo. Antiguamen­te había veladores abiertos a las tres de la mañana y hoy a partir de las 12 de la noche es difícil encontrar alguno. Y los veladores son una demanda ciudadana en Sevilla.

—-¿No cree que se ha abusado de los veladores en algunas plazas donde apenas se ha dejado sitio para pasear o para que los niños jueguen?

—Sí, en algunos casos se ha abusado, pero no se puede matar moscas a cañonazos. Hay que ir contra los hosteleros incumplido­res, pero son casos puntuales. Hay cuatro mil bares en Sevilla y no se puede hacer tabla rasa con los 15, 30 ó 50 que hayan abusado.

—¿Cómo son los hosteleros de Sevilla?

—Hay un perfil variado. Hay muchas microempre­sas en este sector. Y por eso no se pueden hacer generaliza­ciones que desprestig­ian a todo el gremio.

—¿Como la de que pagan mal a los camareros o no les abonan horas extra?

—Eso puede ser cierto en algunos casos pero no es la norma en nuestro gremio. Yo no conozco a nadie que no cobre las horas extras que hace. Otra cosa es que se paguen en tiempo porque cada empresa se regula a su manera.

—¿Se están regulando mejor los horarios?

-Sí. Eso está cambiando para bien. Los horarios de la hostelería se están acortando y ahora es difícil comer en algún sitio a partir de las 16 horas o cenar a partir de las 23,30.

—La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, les reprocha que estén abiertos hasta la 1 de la madrugada.

—Cada vez es menos así pero también hay que ver algunas particular­idades de cada lugar y épocas del año En verano en Sevilla la gente no sale a cenar antes de las 10,30 de la noche porque antes no se puede estar en la calle, del calor que hace. Esos días no se puede cerrar a las 11 de la noche. En Islandia no hay nadie en la calle a las 2 de la tarde y, además, es de noche.

—Se dice de los hosteleros que ganan mucho dinero. ¿Es así?

—Desde luego, le echan más horas que un reloj. Muchos se quedan con la ima

gen de los bares de un sábado, cuando están llenos, sin una mesa libre. Pero luego están los martes, los miércoles y los jueves, los días que llueve y los días que hace mucha calor. Me duele que los sevillanos hablen fuera de Sevilla de nosotros, los hosteleros, como «los de los bares». Hay mucho trabajo detrás de un bar, por pequeño que sea. En Semana Santa hacen un esfuerzo enorme que no siempre se reconoce. Y se están aguantando mucho los precios, a pesar de que nos han subido todos los suministro­s. Los sevillanos deberían estar orgullosos de los bares de Sevilla. ¿Que los hay que incumplen normas? Sí, pero como en cualquier otro sector.

—¿Es fácil lidiar en los bares con los clientes sevillanos? —Los sevillanos son muy especiales y cuando te echan la cruz, te la han echado para siempre. Han dejado de ir a los bares que se llaman de guiris, por ejemplo, los de Alemanes y alrededore­s.

—¿Se come bien en nuestros bares?

—-Sí. Y aquí lo hacemos divertido. Ese buen comer se comparte. Se comparte mucho el plato. Ese velador pequeñito lleno de platitos sorprende mucho a la gente que viene de fuera.

—¿Los bares son un atractivo turístico más?

—Sin duda. El turista se gasta más en comer que en dormir. Sin embargo, se valoran más los hoteles que los bares. Sevilla vive del turismo y los hosteleros tenemos mucho que ver en eso. —Se ha mejorado mucho en los últimos años. Hemos pasado del bar con la barra de acero inoxidable y el fluorescen­te blanco a otros con muchas más comodidade­s. Quizá falta desarrolla­r tecnología en los bares y a veces aún tienen un pincho en la barra donde clavan el ticket. También hay un bajo nivel de inglés. Yo creo que estamos en transición y que es una cuestión de tiempo.

Falta de camareros «Es difícil encontrarl­os porque se está perdiendo el oficio de camarero. Los jóvenes de ahora quieren ser youtubers o instagrame­rs»

—¿Hay relevo generacion­al para estos negocios?

—Hay mucha casuística. Si son sitios emblemátic­os, se suelen traspasar, si no hay hijos o sobrinos que quieran continuarl­os. Pero en otros casos, si no hay familiares, se pierden. Muchas veces el propietari­o era el alma del negocio y eso tampoco se puede traspasar. Pero es verdad que no hay relevo generacion­al, aunque no sólo en la hostelería. Cuesta encontrar trabajador­es en nuestro sector, pero también conductore­s de camión,, electricis­tas, fontaneros. Creo que se ha apostado demasiado por la universida­d porque los padres nos hemos empeñado en que nuestros hijos estudien una carrera. La FP ha estado muy denostada aunque eso está cambiando.

—¿Y cuál es la causa concreta de la falta de camareros?

—Todos los hosteleros tenemos problemas de personal. Porque estamos hablando de trabajos que te obligan a trabajar fines de semana y festivos y en los que tienes que trabajar cuando todo el mundo sale a divertirse. Para la generación actual de jóvenes, eso echa mucho más para atrás que el sueldo. Planeamos dar becas en la Asociación de entre un mes y tres meses para formar camareros en la Escuela de Hostelería entre jóvenes de barrios desfavorec­idos. A veces ese perfil no aguanta un año pero sí tres meses.

—¿Se está perdiendo el oficio de camarero?

—Sí, pero como otros tantos gremios. Ahora los jóvenes quieren ser youtubers o instagrame­rs. Creen que con estos trabajos se gana mucho dinero trabajando poco, lo cual es un error porque tienen que estar casi las 24 horas pendientes de Internet.

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