ABC (Sevilla)

«El cuento es la región más rica y próspera de América Latina»

▸ La autora argentina ganó esta semana la VIII edición del premio Ribera del Duero de relato breve

- Escritora KARINA SAINZ BORGO MADRID

Es la tercera argentina en ganar el premio Internacio­nal Ribera del Duero de relato. Lo ha conseguido con ‘La vida por delante’. El jurado, presidido por Mariana Enríquez, resaltó el humor auténtico en su escritura. Con este libro, aseguran, logra «una construcci­ón de imágenes y unos personajes complejos con el cuidado que solo alguien que conoce y sabe manejar el lenguaje puede hacer».

La resistenci­a de un grupo de mujeres a la enfermedad; dos amigas unidas por la creación que planifican sus vacaciones junto a unos suicidas; dos hermanas a las que se les hace imposible desprender­se de las cenizas de su madre en el mar; una pareja que vive instalada en el conflicto permanente... Los cuentos de Magalí Etchebarne despliegan una crueldad cotidiana e íntima, una anatomía de caídas y resurgimie­ntos.

Nacida en 1983 y autora de los libros ‘Los mejores días’ (2017) y ‘Cómo cocinar un lobo’ (2023), goza del elogio unánime de la crítica literaria y los escritores argentinos. Desde Alan Pauls, que ve en ella misterio y fogonazo, hasta Rodrigo Fresán, Gabriela Cabezón o Mariana Enríquez, quienes hallan naturaleza y fuerza en su estilo.

—¿La crueldad se presta al humor o es el humor siempre cruel?

—El humor puede ser cruel, pero es una forma de escape. Sobre la crueldad, o al menos la que yo trabajo, es la que surge de la vida misma y las tragedias íntimas. El humor es una forma de salir de ahí y la escritura aligera eso. Hay algo tragicómic­o, por ejemplo, en intentar tirar las cenizas de alguien que amamos y que resulte imposible. No porque no podamos, sino porque el viento lo hace más difícil.

—Cuatro cuentos, relacionad­os entre sí. ¿Cuál es el hilo del collar?

—Si tuviera que pensar alrededor de qué orbitan, pienso que el tema principal es el dolor. El título original con el que presenté el manuscrito era ‘La madre, el trabajo la muerte y el amor’, en esa enumeració­n de temas se enuncia la idea y el sentido que circula soterradam­ente. Me gusta leer sobre personajes que no la están pasando bien. Estos cuatro temas suenan muy grandes, muy pesados, muy universale­s. Por eso el humor, para evitar la excesiva solemnidad.

—Tomarse muy en serio a uno mismo no es recomendab­le

—Es la manera ideal de surfear eso. La liviandad y la ironía lo permiten. Quizá provocar una sonrisa. Se trata de reírse en la desgracia y el abismo. De reírse en la caída.

Anatomía del cuento

Los grandes autores del relato breve han tenido en América uno de sus bastiones más importante­s. A la genealogía anglosajon­a se sumó, sobre todo en el siglo XX, una potente raigambre del relato breve en Argentina y Uruguay. Desde autores como Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Horacio Quiroga, entre muchos otros, el cuento consiguió una solidez estética y teórica que se expresó, incluso, en los manuales y decálogos que muchos autores dedicaron. Emparentad­a con esa tradición y también en relación con sus exponentes contemporá­neos, Magalí Etchebarne traza un mapa de influencia­s y claves literarias.

—¿Es el cuento un género literario argentino?

—Dice Fresán que, en Argentina, el cuento es el rey. Es algo casi natural, porque los primeros escritores de literatura argentina que leemos son nuestros grandes cuentistas. Se vuelve constituti­vo. Es un género que me gusta leer y estudiar, pensar cómo cada escritor hace lo que hace. Decir: es esto un cuento, ¿qué permisos se tomó? Me gusta ver esa extensión del límite.

—¿Hasta dónde llegan esos límites?

—Es una cuestión de agotar el tema. Gran parte del trabajo para este libro consistió en acortar los cuentos, porque remitían a una novela corta. Cada cuentista tiene su decálogo, que a veces se contradice con otros. Es lo más gozoso de escribir.

—¿Con cuáles autores dialoga su escritura?

—Hay lecturas que me marcaron desde el inicio. Cualquier adolescent­e en Argentina empieza con los grandes clásicos, como Borges, Cortázar, Sábato. También los cuentistas norteameri­canos como Alice Munro, que trabaja mucho la idea del cuento como pequeñas novelas en potencia.

—¿Es usted la nueva Samanta Schweblin? Ella ganó este premio en 2015. —(Risas) Este premio es una buena palmada en la espalda. Premia algo que se hizo en soledad durante mucho tiempo y uno pierde la noción del tiempo. En ocasiones, solo ser leído por otro te permite saber qué es lo que hiciste. Ser la tercera argentina en ganarlo me hace feliz.

—¿En la literatura latinoamer­icana nunca ha habido sequía en el cuento, verdad?

—Cierto, la única zona en la que Latinoamér­ica es rica y próspera es el cuento. Es una zona muy próspera y es un género que se enriquece como en otros autores como Zambra, Julián López, Selva Almada… Autores muy distintos entre sí: Samanta Schweblin, Mariana Enríquez…

—¿Vive usted de escribir? ¿Puede dedicarse completame­nte a la literatura?

—Trabajo como editora en Penguin Random House Argentina. La visa se me ha ido editando…

—¿Es usted la Gordon Lish de alguien más?

—Ojalá (risas). Es un trabajo muy hermoso y privilegia­do. Es un trabajo como lector.

—¿Cómo están las cosas en Argentina con Milei?

—Hay mucha incertidum­bre y malestar con los recortes y destrucció­n de espacios culturales. Pero él está haciendo lo que prometió. Es desconcert­ante, pero lo anunció.

—¿Existe realmente una literatura latinoamer­icana? De ser así, ¿es más visible que la española?

—Me cuesta pensar la literatura en términos de región. Es difícil, porque yo como lector no miro de dónde viene cada autor, no es lo que me condiciona al momento de leer a un autor. Cuando leo a Annie Ernaux yo no estoy pensando solo que es francesa. Es coercitivo al momento de leer. Es cierto que hay un muy buen momento; por otro lado, uno no lee en esas claves.

Argentina «Hay malestar con los recortes y destrucció­n de espacios culturales, pero Milei está haciendo lo que prometió»

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// ERNESTO AGUDO Magalí Etchebarne posa con el premio

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