Lunes al sol, domingos a la sombra
LÍNEA DE FONDO
Ayudaría que los implicados pensaran más en el Sevilla y menos en sus intereses particulares, aunque sólo fuera por el temor a que lo peor, para todos, esté por llegar
El conflicto accionarial del Sevilla F.C. ha derivado en familiar desde la asunción de Del Nido Carrasco a la presidencia. Y en asuntos que competen a familias ajenas, uno, según el libro de urbanidad que hubo de aprenderse en su etapa de benjamín escolar, no debe meterse. Ni siquiera con la excusa de que las partes, o una de ellas, hagan públicas las razones de la disputa y empujen a los vecinos a convertirse en tertulianos en las redes sociales, tan dados a centrifugar los trapos sucios de otros.
La nueva Junta Extraordinaria del club nervionense, la cuarta en los últimos meses, amén de las desavenencias entre los caseros, volvió a dejar claro algo que para todos los mortales, y más aún para los que en su condición de juristas viven de defender la Ley, la firma al pie de un documento obliga a cumplirlo. Sobre todo si, creyendo violadas las cláusulas del pacto, los Tribunales rechazan las alegaciones. No una vez, sino tropecientas. No se merece el club el deterioro en su imagen que se está produciendo. Ni por la gestión económica y deportiva, ni por las grescas de los empleados, ni por el acoso sin derribo posible de los opositores.
Antecedió al lunes al sol accionarial, el domingo a la sombra del banquillo. La torpeza en los despachos y en el césped, como si fuera un virus que lo infecta todo por la entidad, se trasladó a la banda. Lo que debió ser un conflicto a resolver en el vestuario se convirtió en un espectáculo público penoso. En-Nesyri encendió la mecha al pedir explicaciones y patear todo a su alcance tras su cambio, pero de Quique Sánchez Flores cabía esperar una reacción menos beligerante de la que exhibió.
Habrá que ver las consecuencias de todo ello. De la deuda que se arrastra y del crédito que la terminará aumentando, del histrionismo hispanonorteamericano, del malestar en el vestuario y de la falta de personalidad en el terreno de juego. Ayudaría que los implicados pensaran más en el Sevilla y menos en sus intereses particulares, aunque sólo fuera por el temor a que lo peor, para todos, esté por llegar.