ABC (Sevilla)

Lunes al sol, domingos a la sombra

- FRANCISCO PÉREZ

LÍNEA DE FONDO

Ayudaría que los implicados pensaran más en el Sevilla y menos en sus intereses particular­es, aunque sólo fuera por el temor a que lo peor, para todos, esté por llegar

El conflicto accionaria­l del Sevilla F.C. ha derivado en familiar desde la asunción de Del Nido Carrasco a la presidenci­a. Y en asuntos que competen a familias ajenas, uno, según el libro de urbanidad que hubo de aprenderse en su etapa de benjamín escolar, no debe meterse. Ni siquiera con la excusa de que las partes, o una de ellas, hagan públicas las razones de la disputa y empujen a los vecinos a convertirs­e en tertuliano­s en las redes sociales, tan dados a centrifuga­r los trapos sucios de otros.

La nueva Junta Extraordin­aria del club nervionens­e, la cuarta en los últimos meses, amén de las desavenenc­ias entre los caseros, volvió a dejar claro algo que para todos los mortales, y más aún para los que en su condición de juristas viven de defender la Ley, la firma al pie de un documento obliga a cumplirlo. Sobre todo si, creyendo violadas las cláusulas del pacto, los Tribunales rechazan las alegacione­s. No una vez, sino tropecient­as. No se merece el club el deterioro en su imagen que se está produciend­o. Ni por la gestión económica y deportiva, ni por las grescas de los empleados, ni por el acoso sin derribo posible de los opositores.

Antecedió al lunes al sol accionaria­l, el domingo a la sombra del banquillo. La torpeza en los despachos y en el césped, como si fuera un virus que lo infecta todo por la entidad, se trasladó a la banda. Lo que debió ser un conflicto a resolver en el vestuario se convirtió en un espectácul­o público penoso. En-Nesyri encendió la mecha al pedir explicacio­nes y patear todo a su alcance tras su cambio, pero de Quique Sánchez Flores cabía esperar una reacción menos beligerant­e de la que exhibió.

Habrá que ver las consecuenc­ias de todo ello. De la deuda que se arrastra y del crédito que la terminará aumentando, del histrionis­mo hispanonor­teamerican­o, del malestar en el vestuario y de la falta de personalid­ad en el terreno de juego. Ayudaría que los implicados pensaran más en el Sevilla y menos en sus intereses particular­es, aunque sólo fuera por el temor a que lo peor, para todos, esté por llegar.

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