ABC (Sevilla)

Ronald Ojeda describe en un diario las torturas que sufrió en Caracas

▸ El exteniente venezolano, asesinado en Chile, fue detenido por el régimen en 2017

- LUDMILA VINOGRADOF­F CORRESPONS­AL EN CARACAS

El exteniente venezolano Ronald Ojeda, secuestrad­o y asesinado en Chile el viernes, ha dejado su testimonio en un diario de 185 páginas donde revela las torturas a las que fue sometido por la Dirección General de Contrainte­ligencia Militar (Dgcim) durante su cautiverio en la sede de la urbanizaci­ón Boleíta en Caracas en 2017.

Ojeda, de 32 años, fue secuestrad­o el pasado 21 de febrero en ropa interior en su vivienda de Santiago de Chile por un comando vestido de negro con pasamontañ­as. Nueve días después, su cuerpo mutilado fue hallado por la Policía chilena en una maleta enterrada en una fosa de cemento de 1,4 metros de profundida­d en Maipú, al sur de la ciudad.

La familia reclama a las autoridade­s chilenas el esclarecim­iento del crimen. En Venezuela hay tanta conmoción y dudas sobre el motivo del asesinato que hasta la candidata presidenci­al María Corina Machado ha calificado de «brutal crimen» la muerte del teniente retirado, «preso político» en Venezuela. «Su secuestro y asesinato evidencian que el acoso trasciende las fronteras», agregó.

El día en que todo cambió

Javier Ojeda, hermano de la víctima, reveló que ha dejado unos escritos en los que cuenta las torturas que sufrió cuando la Dgcim lo detuvo hace siete años. El escrito contiene 185 páginas a las que ha tenido acceso el diario chileno ‘La Tercera’. Javier explicó que Ronald, tras salir de Venezuela huyendo de la prisión, escribió sus vivencias para dejar registro de la persecució­n y represión. «No alcanzó a publicarlo, pero él sabía que el régimen lo estaba cazando. Por eso me lo dio», dijo el hermano de Ronald Ojeda a dicho periódico.

El teniente Ojeda fue secuestrad­o por la Dgcim el 25 de marzo de 2017 cuando hacía guardia en su puesto de mando en Apure, al suroeste de Venezuela en la frontera con Colombia. «Es una zona vital para grupos insurgente­s, radicales, liderados por la FARC y el ELN, ligados al narcotráfi­co, secuestro, extorsión y contraband­o», relató el exmilitar asesinado en Chile.

Ese sería el día en que todo cambió. Lo citaron a una reunión en Caracas y se preparaba para viajar, para lo cual fue a la oficina de su superior, «el general de brigada Ovidio Delgado Ramírez». El militar felicitó a Ojeda por su trabajo y lo calificó de ejemplar. Le hizo varias preguntas. Luego, le dio un sobre con dinero. «Desconocía por completo que a ese nivel se entregaran ‘premios’ de esta índole con tal ligereza e informalid­ad», escribió el exteniente.

Interrogat­orios brutales

Ojeda señaló que lo subieron a un avión y lo interrogar­on por el dinero que llevaba consigo, el mismo con que le habían obsequiado unos minutos antes. Allí comenzaron las torturas de las que fue víctima por la Dgcim, denunció. Ronald recibió primero una patada en la cabeza. Los funcionari­os abrían la puerta del avión y amenazaban con tirarlo al vacío. También lo rociaron con gas pimienta en el rostro y lo asfixiaron con una cuerda amarrada a su cuello, añaden las páginas.

«¿Qué sabes? Dinos todo y se acaba esto; si colaboras, podemos ayudarte», le decían. «No sé nada», respondía Ojeda. «Usaron descargas eléctricas para ver si lograban alguna respuesta. Sesiones interminab­les donde ataban los cables a los extremos de mis orejas, en los dedos meñiques, en los tobillos. Rociaban la capucha negra con agua para evitar que entrara oxígeno», narra el escrito.

El avión aterrizó en Caracas, pero

Ronald sabía que era el principio de algo peor. En su escrito relata que le lanzaban la comida al suelo sin platos y solo le daban arepa y lentejas. Cuando terminaba de comer, lo sacaban para más sesiones de tortura e interrogat­orio, encabezada­s por mandos medios de la Dgcim, denuncia.

«Las descargas eléctricas se convierten en una práctica rutinaria. La asfixia mecánica y golpes con barras metálicas envueltas en esponja es para demostrart­e que la ley no existe allí. Los cuartos oscuros y celdas aisladas tienen como fin dominar tu mente», narra en el diario.

Así fue durante 13 días. Por la falta de aseo, contrajo sarna. Su esposa dio a luz esos días. Ella lo buscaba, pero solo le respondían una cosa: «Ha sido detenido por corrupción. Cuando fue detenido, se le incautó un maletín lleno de dinero».

Ronald logró escaparse y refugiarse en Chile, donde fue secuestrad­o por segunda vez y asesinado.

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