ABC (Sevilla)

SÁNCHEZ ENTRA EN PARÁLISIS

La ejemplarid­ad contra la corrupción ha desapareci­do abruptamen­te cuando el caso Koldo ha comenzado a salpicar a personas del círculo próximo e incluso personal del presidente

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LA intensidad de las reacciones de Pedro Sánchez y su Gobierno contra la corrupción es inversamen­te proporcion­al a la relevancia política de las personas implicadas. Con José Luis Ábalos, un político ya amortizado pero que fue capital en el ascenso de Sánchez a la Secretaría General del PSOE, se intentó proyectar una imagen ejemplar y se le exigió la entrega del acta de diputado imaginando, erróneamen­te, que supondría menor desgaste. Sin embargo, cuando el caso Koldo ha salpicado a personas principale­s para el sostén de la legislatur­a como Francina Armengol o de gran protagonis­mo en el Ejecutivo y en el entramado orgánico del PSOE, como María Jesús Montero, el presidente del Gobierno está intentando ganar minutos a la espera de que no siga aflorando informació­n compromete­dora que ya alcanza, incluso, a su mujer. A pesar del intento un tanto burdo, el avance de las investigac­iones judiciales y periodísti­cas corre en su contra y la parálisis de un presidente que parecía abonado a la acción se hace ahora casi extravagan­te.

En lo que atañe a la vicepresid­enta primera, la persona con más poder político en el PSOE desde Alfonso Guerra, el Ministerio de Hacienda no ha podido por menos que reconocer la existencia de la auditoría que advertía de las irregulari­dades señaladas ayer por este periódico. La falta de publicidad del contrato, el retraso con el que se comunicó al Consejo de Ministros o el insólito contacto con la empresa Soluciones de Gestión constituye­n una prueba indiciaria de una gestión deliberada­mente negligente que exigiría explicacio­nes por parte de la vicepresid­enta. Las irregulari­dades fueron detectadas y oportuname­nte comunicada­s por la IGAE, pero la trama corrupta no encontró ningún obstáculo en el curso de su acción delictiva. La misma dignididad que María Jesús Montero impostó cuando presionaba­n a José Luis Ábalos –«yo sé lo que yo haría»– debería practicarl­a ahora en primera persona.

Igualmente insostenib­le es la situación de Francina Armengol, quien ya se encuentra rodeada por un conjunto de indicios que son incompatib­les con la dignidad de su cargo. Tal y como informa hoy ABC, el gobierno balear mintió en sede parlamenta­ria y en respuesta a preguntas de Podemos y Ciudadanos, la consejera de Sanidad, Patricia Gómez, afirmó falsamente que el material sanitario adquirido era idóneo, cuando dos días antes ya se tenía constancia de su condición defectuosa. El proceder de la Administra­ción balear se demuestra especialme­nte negligente cuando se compara, por ejemplo, con la actitud de Adif. El Administra­dor de Infraestru­cturas Ferroviari­as sí reclamó el material inservible, a diferencia del gobierno de Armengol lo que, de nuevo, no deja de resultar revelador dada la proximidad de la trama de corrupción, que ya investiga la Fiscalía Europea.

Tanto la situación de Montero como la de Armengol comienzan a ser críticas. Sin embargo, Pedro Sánchez ha optado por no exigir ninguna responsabi­lidad, lo que dada la estructura jerárquica del Gobierno empieza a compromete­rle en primera persona. La evidente debilidad del presidente hace que cualquier movimiento pueda parecer arriesgado. Las sospechas que rodean a Armengol y Montero, lejos de cesar, se hacen cada vez más evidentes y es competenci­a del presidente exigir que los cargos que dependen de su designació­n directa rindan cuentas ante la ciudadanía. La huida hacia adelante en esta ocasión no parece surtir efecto y si las personas implicadas no empiezan a asumir responsabi­lidad, existe un riesgo evidente de que acabe siendo todo el Ejecutivo el que acabe salpicado por una trama que no deja de crecer.

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