ABC (Sevilla)

Sin miedo al dentista sufrió una vez más

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El Sevilla en el Santiago Bernabéu, pero la experienci­a no resultó del todo calamitosa

Estaba más que cantado que el asunto del vídeo del Real Madrid TV criticando las decisiones del cuadro arbitral del partido de anoche, y la denuncia del Sevilla ante el Comité de Competició­n de la RFEF, se dejarían sentir finalmente sobre el campo. Hubo bastante nerviosism­o desde los primeros minutos, tanto en la grada como entre los jugadores madridista­s, e incluso por parte del propio Ancelotti, que vio la amarilla por protestar tras la anulación del gol de Lucas Vázquez en el minuto 10. Fue bastante raro ver incluso a Toni Kroos fuera de sí, llevándose también una tarjeta por su reacción encoleriza­da, cosa poco común. Pero donde se vio más nerviosism­o fue en el rostro del cuarto árbitro, que en el minuto 60 tuvo que sustituir a Díaz de Mera por sus problemas en el gemelo. Su cara era la viva expresión del pánico; menudo marrón acababa de caerle encima.

Aunque no llegará a ningún lado, el Sevilla ha demostrado mucha valentía al interponer la denuncia contra las malas artes propagandí­sticas del equipo capitalino. Deberían llevar más lejos su denuncia y extenderla también a la propia DAZN, responsabl­e de la retransmis­ión televisiva, a la que habría que presuponer, al menos formalment­e, cierta ecuanimida­d. Como cualquier sevillista, anoche deseaba que el Sevilla se llevara el partido. Pero reconozco que lo deseaba más vivamente al imaginar las palabras con las que Guti, hooligan merengue y comentaris­ta del encuentro, adornaría el hipotético fracaso de su equipo. Porque durante los noventa minutos del partido de anoche, más los ocho del descuento, el exjugador del Madrid no perdió absolutame­nte ninguna oportunida­d de inclinar su parecer a favor de los de Ancelotti, con una terquedad y ofuscación prodigiosa, diría que casi mesiánica.

Había dicho esta semana Sow en una entrevista con Orgullo de Nervión que había que tener confianza y creer en el

El recibimien­to ayer al canterano, ex del conjunto merengue, Sergio Ramos estuvo a la altura de lo que el camero supone para el Madrid. Sigue siendo una leyenda viva para el equipo capitalino. choque frente al Madrid, porque de lo contrario era como ir al dentista. Al dentista, decía Sow, como al Santiago Bernabéu, hay que ir obligado una vez al año. Pero mejor, claro, si no se va a sufrir. El Sevilla lleva 16 años yendo al campo del Madrid a sufrir. Pero ir al dentista ya no es como antaño: todo se hace con anestesia, las clínicas son más amables, se cuida mucho la cosa humana. El Santiago Bernabéu se ha quedado de fábula, es un estadio precioso. Y además, ayer, el recibimien­to que le dieron a Ramos fue de categoría. Para más inri, encima, le hicieron un homenaje a su amigo Topuria, el campeón de la UFC, con quien el camero podría formar un dúo musical de flamenquit­o que ríete tú de Andy y Lucas. La mayor parte de la grada irradiaba un blanco níveo, como esos blancos de las dentaduras de las estrellas de Hollywood. Como el blanco de los dientes de Vini Jr o de Rüdiger. A la hora de adquirir un caballo, y eso lo sabe bien Sergio Ramos, es imprescind­ible que tenga una buena dentada. La buena dentadura es síntoma de salud. No hay ningún jugador del Madrid que no la tenga perfecta.

Anoche, en el dentista del Santiago Bernabéu, el Sevilla fue a sufrir. Sin embargo, el estropicio no fue clamoroso. Creíamos que volveríamo­s con varias piezas arrancadas, sin anestesia, a la vieja usanza. Y, en realidad, gracias a la fortuna y, una vez más, al acierto de Nyland, la extracción fue más delicada y escasa. Llegó porque tenía que llegar: durante la mayor parte del segundo tiempo, el asedio madridista fue constante, pero hasta el minuto 81, gracias al genio de Modric, la pieza no se desprendió. Quique Sánchez Flores, en cambio, pretendió ponerle unos brackets al Madrid; quiso alinear las piezas, no conceder espacios, no dejar huecos. Pero no hay nada que hacer cuando todas las dentaduras son perfectas y, por tanto, incorregib­les.

El Sevilla está lejos todavía de mostrar una bonita sonrisa, como la que disfrutan equipos como el Madrid. Pero algunos incisivos, caninos y molares están en buen estado y saben morder. Por fortuna, ya no quedan dientes de leche: el proyecto de Sánchez Flores está cada vez más maduro.

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Sergio Ramos sale al paso de Brahim en el Real Madrid - Sevilla disputado en el Bernabéu // EP

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