JUNTS NO MIENTE
El partido de Puigdemont permite que el Parlamento catalán tramite una iniciativa para declarar la independencia a sabiendas de que es abiertamente ilegal e inconstitucional
Lmesa del Parlamento de Cataluña se retrotrajo ayer casi a 2017 para validar la tramitación de una iniciativa legislativa popular, promovida por un partido separatista sin representación parlamentaria, Solidaritat Catalana, en la que solicita que la Cámara declare unilateralmente la segregación de Cataluña. El texto pudo ser fácilmente rechazado ya que contaba con un informe desfavorable de los letrados del Parlament por incumplir claramente, en la forma y en el fondo, las condiciones propias para avalar la iniciativa, y porque evidentemente vulnera varios artículos del Estatuto y la Constitución. Sin embargo, los miembros de Junts y la CUP en la mesa, con la abstención de ERC, validaron que se tramite. Sólo el PSC se opuso, ya que ni Vox, ni el PP ni Ciudadanos tienen representación en ese órgano. Aunque sea en un contexto diferente, la iniciativa, que había sido redactada de modo idéntico años atrás y que ya había sido rechazada, recuerda demasiado a las dos leyes de ‘desconexión’ que el Parlament tramitó en septiembre de 2017, como base pseudojurídica para que sólo unas semanas después Carles Puigdemont declarase la independencia de Cataluña durante unos segundos. Aquellas leyes fueron suspendidas por el Tribunal Constitucional y, después, declaradas ilegales. Aun así sirvieron como coartada para la celebración de una consulta ilegal, y provocaron una sólida respuesta con la apertura de procedimientos penales por desobediencia y sedición.
Hoy las circunstancias son diferentes, con un Gobierno socialista aliado del separatismo catalán tramitando una ley de amnistía para poner a cero el contador penal de todos aquellos que participaron de cualquier modo en el ‘procés’. Sin embargo, es notorio que Junts da una vuelta de tuerca en su presión al Gobierno –debilitado tras las elecciones gallegas–, y que expresa su desconfianza hacia el alcance real de la amnistía que pueda conseguir el PSOE. Pero sobre todo es la evidencia de que Junts no miente. Dijeron que su objetivo es la independencia de Cataluña y es lo que siguen promoviendo en cualquier circunstancia. Dijeron claramente «lo volveremos a hacer» y la iniciativa parlamentaria, por ilegal que sea, no deja de ser una provocación y un aviso. Y se negaron expresamente a renunciar a una declaración unilateral de independencia como condición para lograr una amnistía. Incluso, tanto Junts como ERC lo reconocen abiertamente en la tribuna del Congreso cada vez que tienen ocasión. En este caso, ERC se ha abstenido, pero no porque esté disconforme con la idea, sino porque considera que el momento no es oportuno y porque, en cualquier caso, no quiere dar una imagen de mero segundón de Junts. De igual modo, la iniciativa ha cogido al PSC con el pie cambiado por la percepción de un nuevo endurecimiento de la posición de Puigdemont, y por reavivar las dudas otra vez de una votación al límite de la amnistía o de si está dispuesto a poner fin a la legislatura de Pedro Sánchez.
De momento, el PSOE, que tanta prisa tenía en enero por tramitar con urgencia la amnistía, ha impuesto ahora una prórroga de quince días más para tratar de convencer a Junts de que apoye el texto ya rechazado. El juego político al despiste de Junts es relevante a los efectos de que Sánchez pueda ver aliviada la legislatura. Pero de lo que no cabe duda es de que Junts no engaña a nadie. Si no logra una amnistía total y un referéndum de autodeterminación pactado con el Estado, tensará la cuerda hasta otra declaración unilateral. De momento es solo estrategia para amedrentar a Sánchez. Pero pensar que la ‘política de apaciguamiento’ desviará a Junts de su obsesión es hacerse trampas al solitario. Sánchez aún está a tiempo de frenarlo en seco.