Rechazo y celos: las dos suecas que alborotaron el Real Madrid
Verano de 2019. La fusión del CD Tacón con el Real Madrid nos posibilitó fichar futbolistas para nosotros inimaginables. Pusimos la mirada en el Mundial que se estaba celebrando en Francia. Una agencia de representación nos ofreció a Sofia Jakobsson. En mis informes de los partidos de Suecia siempre destacaba la número 9: Kossovare Asllani. Llegaron las dos delanteras.
El idioma (enseguida empezaron clase de español), la cultura, la confusión de somos/aún no somos el Real Madrid, el desembarco en Valdebebas, hacer inmersión en un club con una normativa rígida supuso un (emocionante) caos inicial. Todos éramos unos extraños.
Las dos suecas, acostumbradas a una profesionalidad máxima y otro tipo de disciplina, estaban descolocadas. Además, notaban poca profesionalidad en el cuerpo técnico, decisiones interesadas y hasta celos de alguna directiva. Asllani era quien más miradas inquisitoriales recibía. La convivencia les resultó difícil.
Dos figurones del fútbol femenino europeo habían desembarcado en Madrid como grandes fichajes y se encontraron un recibimiento pésimo, costumbres opuestas, un caos de club, un ambiente de improvisación y envidias malsanas, no tanto de compañeras como de sus superiores/as. A pesar de entender su frustración, ni nosotros ni ellas fuimos capaces de enderezar la situación. La huida del preparador físico, con quien tenían trifulcas continuas, no fue solución. Llegó la pandemia y todos para casa. La plantilla, como todos,
ES FÚTBOL Y ES FEMENINO
desconcertada. Y las suecas, más.
La temporada siguiente, las suecas encontraron más afinidad. Ya era Real Madrid de facto y eso daba otro empaque al asunto. Las jugadoras hicieron piña. Jakobsson y Asllani sólo conservaron dos enemigos: el entrenador (David Aznar) y la directora deportiva (Ana Rossell). No se sintieron apoyadas.
Al finalizar esa campaña, Sofia se fue del club. Un año más tarde, lo haría As