ABC (Sevilla)

Torturas, abusos y hasta un rap en el doble crimen del cortijo de Los Yesos

▸Carmen Álvarez y su novio fueron golpeados hasta morir y ella, además, agredida sexualment­e. Uno de los asesinos hizo una canción de la ‘hazaña’

- J. J. MADUEÑO

La mañana del 21 de abril de 2022, Marisa Álvarez llamó a su hermana Carmen porque no se presentó a trabajar. Insistió una y otra vez. No había contestaci­ón. Entonces, decidieron ir a buscarla al cortijo de su novio, José Acosta, en una finca rústica en Los Yesos (Sorvilán). Salió de Castell de Ferro, municipio costero de Granada y, sobre las nueve de la mañana, llegó a aquel paraje. «No había coches ni nada, pero en el suelo había una gran mancha. Al tocarla vi que era sangre, así que dije que llamaran a la Guardia Civil», relata la hermana de la víctima a ABC, antes de una manifestac­ión en Castell de Ferro para pedir agilidad judicial antes de que los cuatro asesinos confesos cumplan los dos años de prisión preventiva y salgan de la cárcel hasta la celebració­n del juicio.

Cuando llegó la Guardia Civil a aquella finca, ya con una orden judicial, abrió la puerta del cortijo. «Estaba todo lleno de sangre; el agente cerró la puerta y esperó al juez», añade la hermana. A las dos horas, mientras las autoridade­s hacían una inspección del lugar, una llamada les congeló el alma. Un agricultor había hallado dos cadáveres en un barranco. Eran José y Carmen. Los dos desapareci­dos en la pedanía de Los Yesos Los habitantes de aquel cortijo. Los cuerpos mostraban las marcas de un crimen brutal. El último auto del Juzgado Mixto 1 de Motril no deja dudas a que fue una muerte «violenta».

El doble asesinato fue algo lento. Un infierno, que se desató en la tardenoche del 20 de abril. «Primero lo mataron a él con mi hermana delante. Luego le hicieron lo mismo a ella. Carmen murió sobre las 23.00 horas», remarca Marisa. Los asesinos no limpiaron las estancias de las torturas. «Sí se trajeron todos los coches al pueblo», afirma Encarni, otra de las hermanas, que afirma que los asesinos «sabían lo que iban a hacer». «Fueron preparados con todo el material para matarlo», remacha.

Con pasamontañ­as

Los cuatro presuntos asesinos, dos españoles y dos marroquíes, esperaron a José en su domicilio. Cuando llegó en su furgoneta, los cuatro investigad­os, ocultando sus rostros con pasamontañ­as, salieron a su encuentro con machetes y armas de fuego para obligarlo a entrar en el cortijo. Una vez dentro, lo amenazaron, lo ataron de pies y manos, lo sentaron en una silla y le colocaron una prenda de vestir en la cabeza.

En ese momento, le exigieron que les entregase dinero, mientras lo golpeaban con una lluvia de puñetazos y machetazos. Transcurri­dos unos quince minutos, aproximada­mente, también llegó al cortijo Carmen, pareja de José. Esa fue su perdición. Los investigad­os la obligaron con violencia a

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