No Vini, vidi, vici
LÍNEA DE FONDO
Nadie regatea, asiste y marca como Vinicius; a nadie se le permite encararse con los rivales, con los árbitros, como lo hace el brasileño
LA ausencia hoy de Vini Junior en el Ramón Sánchez-Pizjuán nos llena de tristeza, la del personaje que completa su nombre y apellidos con José Paixaö de Oliveira nos produce un gran alivio. El apocopado, porque es una de las grandes figuras del fútbol mundial, acaso el futbolista más desequilibrante que pisa el césped universal, un espectáculo seis estrellas con el balón en los pies; el extendido, porque es el icono definitivo de los privilegios históricos de que goza su club, el Real Madrid, en las altas esferas del fútbol español y, por extensión, en todos los departamentos de ellas. Nadie regatea, asiste y marca como él; a nadie se le permite encararse con los rivales, con los árbitros, como lo hace el brasileño. La simpatía que despertó su rebeldía en Mestalla para con quienes lo ofendían de forma miserable desde la grada, la transformó en antónimo al acusar a España y los españoles de racistas, generalizando, que no es gerundio, sino insulto. Que se lo compre Lula, el presidente de un país que en 2020 contabilizó 42.722 asesinatos. Injurian quienes sostengan de manera falaz y vejatoria que Brasil es un país criminal. Ni él ni Benzema estarán hoy en Nervión, lo que descapitaliza mucho más el interés por un partido ya de por sí devaluado. Los madridistas no tienen más objetivo que mantener la, para él, oprobiosa segunda plaza; los sevillistas, con la mente en la Séptima, forzadamente ilusionados, junto a un abigarrado pelotón, con dar «Conferences» por Europa la temporada próxima, de salir en blanco de Budapest. Mendilibar y Ancelotti, entre lesionados, sancionados y excusados espulgarán entre lo poco que haya en el serón. Y mañana, el fútbol sevillano cerrará la penúltima jornada liguera con el GeronaBetis a las siete de la tarde en todos los relojes del balompié patrio. Los de Pellegrini son virtuales dueños de la sexta plaza. Tendrían que alinearse todas las estrellas enanas del firmamento Rubiales para arruinarlo. Un punto en Montilivi lo pondría, fijo, por tercera vez consecutiva en Europa. Un éxito se mire como se mire. Con telescopio o sin él.