Campaña nueva, con la tormenta imperfecta
ARTURO HIDALGO «Esta campaña, más que nunca, nos recuerda que las cuentas en el campo hay que echarlas, como mínimo, al lustro»
Estamos a mitad de mayo y llevamos ya unos días cosechando cereales, muy inusual por temprano. El año no ha podido ser más malo para los agricultores, con todos los gastos echados a los cultivos, a precios muy altos y una cortísima cosecha por las escasas precipitaciones, con los precios muy bajos. Y es que a perro flaco todo se le vuelven pulgas, y la alegría de los altos precios de las cosechas solo ha durado unos meses.
Pero no nos engañemos esperando correcciones de precio. España es un país muy deficitario en todos los cereales, y este año, incluso lo será en trigo duro. En lugar de tener que importar 18 millones de toneladas, tendremos que importar unas 25 toneladas, con los problemas logísticos que eso pueda ocasionar en el interior de la península. Pero importar esa cantidad de más no afectará a los balances mundiales, que parecen tener mercancía de sobra para cubrir las diferentes demandas.
El desarrollo de los cultivos ha ido razonablemente bien durante los primeros meses, el problema ha sido la dichosa primavera, que como siempre se dice, es la clave para los rendimientos y para la calidad de los cereales de invierno. Pues bien, tras una primavera sin lluvias, los rendimientos de momento son desastrosos, en el entorno de 1250 kg/ha de media.
Pero lo más grave de todo, es que de lo poco que llevamos cosechado, la calidad está teniendo problemas de pesos específicos por bajos. Hay que darle mucha importancia a este parámetro, porque les baja mucho el rendimiento industrial a las fábricas. De momento solo tendremos cosechado alrededor de un 10% en Andalucía y, por ahora, hay que darle máxima prioridad a la clasificación por pesos específicos.
Este año va a ser una autentica ruina para agricultores y ganaderos. Se les han hecho todas las labores a los cultivos, con el abonado de fondo y de cobertera por las nubes, la mano de obra, el gasoil, etc. Y, para colmo, el gran bocado se les pega a las ayudas de la PAC.
Esta campaña, más que nunca, nos recuerda que las cuentas en el campo hay que echarlas, como mínimo, al lustro o incluso, más bien, a la década. Aguantarán mejor aquellos que hayan sabido guardar en años buenos como el pasado, pero se vislumbran tragedias para quienes echen la pluma a la cuenta de resultados. Se junta el hambre con las ganas de comer, además de altos costes de cultivo, bajos rendimientos, problemas con las calidades, mercados con precios bajos y a la baja, recortes en la PAC, etc. En definitiva, un año para olvidar, pero que no se nos olvidará fácilmente. Solo nos queda esperar que acabe este ciclo infernal de sequía para la próxima campaña, sin duda, la tormenta imperfecta.