«En España cada videojuego que haces puede ser el último»
Este país es una potencia en eso de machacar botones; sin embargo, la industria nacional no despega. Estudios de todos los tamaños hablan con ABC sobre las necesidades de un sector copado y con importantes carencias empresariales
uando Virginia Calvo comenzó a prepararse para dedicarse a la creación de videojuegos, esta forma de ocio digital no tenía casi nada que ver con la que conocemos a día de hoy. Era 2012, jugábamos en el salón de casa con los mandos de la Nintendo Wii, y los ingresos anuales generados por este tipo de entretenimiento en España eran de poco más de 800 millones de euros. Todavía nos encontrábamos lejos, bastante, de las grandes plataformas de juego en ‘streaming’, la resolución 4K y los casi 1.800 millones de euros facturados en suelo nacional durante 2021. «Cuando íbamos a las ferias con nuestros primeros videojuegos éramos apenas cuatro matados. No había nadie y la mayoría hacíamos juegos para móviles», recuerda en conversación con ABC la joven, que ahora tiene 31 años: «Actualmente las ferias se llenan, llega a haber hasta 30 estudios independientes mostrando sus juegos. El cambio de paradigma ha sido enorme en una década».
Efectivamente, el ‘boom’ de los botones y las pantallas ha provocado que, a día de hoy, cada vez más centros universitarios y escuelas formativas ofrezcan estudios relacionados con el desarrollo de videojuegos. Actualmente, hay hasta trece carreras dedicadas en concreto a preparar a los estudiantes para ello. El número de profesionales que intenta abrirse hueco en el sector no para de crecer. Pero en España las compañías existentes no están en condiciones, ni de lejos, de hacer hueco a todos los profesionales que salen al mercado laboral. «De los compañeros que tuve en la universidad, con suerte, el 10% se dedica a día de hoy a hacer videojuegos. El problema no es solo que no haya huecos para todos, es que la formación resulta muy generalista, hace falta que el estudiante pueda especializarse más», señala Gonzalo G. Luna, desarrollador de 27 años.
El creador formó junto a Calvo, hace apenas un par de años, el estudio Path Games. Después de tener alguna mala experiencia en la industria, probaron suerte dentro del programa de apoyo
Cesmeralda’, ‘Nubla’). El creador, que también es profesor en la Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología (ESNE) apunta que, a pesar del paso del tiempo, España se encuentra entre los diez países del mundo en los que más se juega, pero la industria nacional está muy lejos de haber crecido tanto como la afición: «Nos cuesta ver el negocio. No sabemos competir bien con las herramientas que tenemos». Sánchez, cuyo estudio cuenta con 25 trabajadores, cantidad que para el país no está nada mal, señala que la industria nacional tiene muchas carencias y que la mayoría tienen una complicada solución. Para empezar, apunta que hay demasiada gente estudiando desarrollo de videojuegos, cuando la realidad es que lo que hace falta son perfiles diferentes.
Raúl Rubio, director ejecutivo de Tequila Works, una de las desarrolladoras más grandes de España, que cuenta con más de 100 trabajadores «y creciendo», apunta, en línea con Sánchez, que crear videojuegos aquí «requiere mucho coraje y mucha fuerza de voluntad». Consultado por la razón por la que un estudio español no es capaz de lanzar un título propio capaz de competir con los proyectos más ambiciosos que llegan desde Estados Unidos o Japón, lo tiene claro: «No tenemos la misma cultura empresarial ni de lejos».
Para mejorar la situación de la industria, tanto desde las empresas de desarrollo como desde las patronales del sector, se lleva tiempo solicitando al Gobierno la concesión de un incentivo fiscal que equipare al videojuego con otras artes y culturas y que, entre otras cosas, atraiga la inversión desde el extranjero. Algo que, hasta la fecha, no se ha conseguido. «Se ha dicho mucho desde la Administración que el videojuego es importante como industria creativa y que es cultura y tal, pero a nivel fiscal no cambia nada. Tampoco se apoya a los creadores. A día de hoy el IVA de los videojuegos sigue estando al 21%, mientras que el del cine es del 10%», apunta Rubio.