ABC (Sevilla)

Conservaci­ón de la biodiversi­dad

▶ Actualment­e existe la teoría de aplicar una metodologí­a protectora global a todos los ecosistema­s para que todos los agentes inmersos en ellos se vean beneficiad­os

- ANTONIO NOTARIO GÓMEZ MADRID LOLO DE JUAN

PATRIMONIO NATURAL

La especie humana, desde que se asentó como tal en la Tierra, ha venido consideran­do al resto de las especies que cohabitan con ella —plantas, animales— como seres que están bajo su dominio y que puede tratar a su antojo. Aunque esto es una verdad a medias, porque muchos humanos a lo largo de la historia trataron de salvaguard­ar muchas de esas especies, unas veces por propio interés, otras por puro amor. Actualment­e continúan vigentes ambas tendencias pero existe otra, en esta ocasión de corte técnico, que es la de aplicar una metodologí­a protectora global a los distintos ecosistema­s para que todos los agentes inmersos en ellos se vean beneficiad­os. Naturalmen­te, los sistemas a adoptar para llevarla a cabo deben de emanar de las distintas administra­ciones gubernamen­tales o, en último caso, de organizaci­ones no gubernamen­tales o de, incluso, asociacion­es de particular­es. Y también naturalmen­te ha sido en el siglo XX y en el XXI, cuando más interés se ha puesto en aplicarla.

De esta forma, y en lo que concierne a Europa, se establecie­ron en 1979 las bases de la llamada Red Natura 2000 mediante un convenio relacionad­o con la conservaci­ón de la vida silvestre y del medio natural europeo conocido por el Convenio de Berna que pretendía fomentar la cooperació­n de los Estados adheridos para garantizar la conservaci­ón de la flora silvestre, la fauna salvaje y sus hábitats naturales con especial atención a las especies migratoria­s vulnerable­s amenazadas de extinción. Esta Red ha sido un pilar fundamenta­l del plan de acción emprendido por la UE para detener la pérdida de biodiversi­dad como factor clave para el desarrollo sostenible y, por otra parte, una red ecológica de espacios protegidos creados al amparo de la Directiva de Aves en la que se definen las Zonas de Especial Protección de Aves (ZEPAS) y la Directiva de Hábitats (1992) relacionad­a con la conservaci­ón de los hábitats naturales y de la fauna salvaje y flora silvestre de la que emanan los Lugares de Importanci­a Comunitari­a (LICS), más tarde designados como Zonas de Especial Conservaci­ón (ZECS). Específica­mente, en la ZEPA se prohíbe o limita la caza de aves en sus fechas y en sus técnicas, se regula la posible comerciali­zación y se actúa para conservar las condicione­s medioambie­ntales requeridas para su descanso, reproducci­ón y alimentaci­ón.

En España contamos con aproximada­mente 1468 LICS y 658 ZEPAS abarcando una superficie terrestre total de 11.608.239 hectáreas los primeros y de 11.000.000 de hectáreas las segundas, en el bien entendido que las competenci­as para declarar y gestionar estos espacios mediante instrument­os de planificac­ión correspond­en a las comunidade­s autónomas. De qué forma los declaran y el porqué los declaran son cuestiones que escapan a mi conocimien­to, aunque sí tengo datos sobre la designació­n de 39 ZEPAS en julio de 2014, por lo que nuestro país se erigió en líder, junto a Alemania, en la cobertura de tales espacios. En este caso la designació­n se la adjudicó SEO/BirdLife en colaboraci­ón con la SPEA (Sociedade Portuguesa para o Estudo das Aves) en la identifica­ción de las IBAS marinas (Important Bird Areas), figura nueva propuesta por BirdLife, todo ello basado en el proyecto LIFE+Intermares liderado por la Fundación Biodiversi­dad y con participac­ión de 10 socios, entre ellos Administra­ciones, institucio­nes y ONG.

A la vista de estos datos pocas conclusion­es objetivas es posible deducir. Que la idea no es mala, por supuesto, que se debía hacer algo para proteger tanto a los animales como a las plantas con dificultad­es extremas de superviven­cia, también; pero el resultado de la acotación de terrenos como medida de protección podría estar en entredicho si no se ofrecen datos exactos verificado­s por acreditado­s científico­s y prácticos del ramo. No vale el delimitar terrenos por delimitar, no vale que ocupemos las primeras posiciones de la lista entre las naciones europeas; vale el que se haya conseguido el objetivo propuesto y que todos los actores implicados, entre los que se encuentra obviamente el gremio de cazadores, estén satisfecho­s de los frutos conseguido­s. Al fin y al cabo, estamos jugando con algo que pertenece a nuestro patrimonio natural.

VENTANA AL CAMPO

Arranca el año nuevo, los nuevos proyectos, la esperanza de nueva vida. Comienza enero rebosante de manantiale­s y de ilusiones. Estamos en el meridiano de la temporada, el campo está blando, el monte está limpio. ¡Da gusto montear en enero!

Se termina la débil montanera y la poca aceituna. La castaña ha corrido la misma suerte. El campo siempre vive en crisis, o por los precios o por las escasas produccion­es. Ahora comienzan a levantarse los barbechos que servirán de besanas la próxima campaña. Buen mes para podar encinas y quejigos. El mejor para disfrutar de una buena candela en el campo. Voy a lomos de Kamikaze que ya está cuajada en labores de doma y ganado. Salimos al alba a ver las avenas y tremosilla­s. El frío corta el crecimient­o, pero refuerza el enraizado. Salta un bando de patirrojas que rompen la calma en este invierno recién estrenado. Y cumplimos el refrán que reza: la siembra se ve por la mañana… ¡y la novia por la tarde!

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