El Citroen echa el cierre tras 92 años
La crisis del Covid y la presión municipal en los juzgados para rescatar la concesión hacen claudicar a la familia González
Otra ilustre víctima de la pandemia de coronavirus entre los establecimientos hosteleros o comerciales de Sevilla se suma a la lamentable lista de caídos. El histórico Bar Citroen cierra definitivamente después de 92 años sirviendo en el acceso al Parque de María Luisa y la Plaza de España desde que éstos existen con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929. Así lo ha anunciado en las redes sociales la familia González, que ha gestionado siempre el emblemático local. «Hasta aquí hemos llegado. Tan lejos», indican en el inicio de su escrito los responsables de un bar que siempre ha sido mucho más que eso, pues se erigió también en punto de encuentro de sevillanos y en referente geográfico para citas de toda índole, desde la salida de autobuses turísticos a los coches de las autoescuelas pasando por el hito de salida de los reclutas que marchaban a realizar el servicio militar, que eran recogidos por el autobús en el albero que rodea al Citroen.
«La semana pasada —explicaban— falleció Benito González Yáñez, el actual propietario, nieto de Benito González García (el fundador), hijo de Benito González Marín (el que transformó el bar en lo que hoy lo conocemos), padre de otro Benito González (GómezMillán) que trabajaba como uno más a sus órdenes en esta última época, y abuelo desde hace 10 años de un nuevo Benito González más (Yanes), que cuando sea mayor de edad sólo conocerá el bar casi por las fotos y por los recuerdos familiares y por lo que su abuela María José Gómez-Millán le transmita». «La familia González ha estado detrás de la barra de este ya mítico establecimiento desde que cada nuevo miembro tenía uso de razón, cuatro generaciones, hasta cuatro Benito González, hasta el fallecimiento de Benito González Yáñez hace pocos días. Se nos ha ido demasiado pronto. Demasiado», se lamentaban los responsables del local.
Los González repasaban que «han sido casi cien años recibiendo a los sevillanos y a los turistas que llegaban al Parque de María Luisa para disfrutar de la Plaza de España, con la ilusión y el esfuerzo del primer día, con la terraza repleta de clientes hasta el 12 de abril de 2021». «Desde la Expo de 1929, el Citroen lo ha resistido casi todo, luchando, siempre con una sonrisa entre sus más de 90 empleados durante todos estos años y entre todos los González que lo han dirigido. Han sido cuatro generaciones de sevillanos los que lo han trabajado, viendo la transformación de la ciudad tras la primera gran modernización de la Exposición Iberoamericana, del primer concesionario de coches
Los responsables del local se despiden de sus clientes a través de las redes: «Es el final de una bonita historia»
La reciente muerte de Benito González Yáñez, propietario y nieto del fundador, ha sido el detonante definitivo
de la marca francesa, de la posguerra, de la dictadura, de la democracia, de una Exposición Universal… El Citroen es testigo de la historia de la ciudad. Lugar de paso obligado para familias al completo que disfrutaban del ocio o del paseo, de trabajadores, de ‘guiris’ boquiabiertos, de deportistas de fin de semana, de estudiantes y docentes, de artistas, científicos y profesores, de nobles, de aristócratas venidos a menos, de gorrillas, de enamorados… Era el punto de encuentro perfecto en el pulmón verde de Sevilla. El punto de encuentro de todos, junto al Prado, al lado de los amigos, vecinos y compañeros de viaje del restaurante La Raza».
Los hermanos González y su madre, María José Gómez-Millán, «hubieran querido seguir adelante con el sueño de Benito González Yáñez, que ha intentado librar en estos últimos años una batalla legal desigual ante un ejercito casi imbatible, pero con la valentía de quien se sabe con la razón. Con los puños desnudos», se señala el alusión al litigio judicial con el Ayuntamiento por la concesión administrativa del local. «Las circunstancias actuales y la imposibilidad de garantizar en los próximos años su continuidad han impedido que Benito, Marta y Cristina, junto con los diez empleados en activo hoy en día, sigan con el bar abierto. Mantendrán con orgullo, eso sí, el legado de una familia que ha resistido y creado uno de esos negocios inmortales que para siempre quedarán asociados a la leyenda del parque, al imaginario social hispalense», se añadía. «Ha muerto Benito González , y también un poco de la Sevilla del siglo XX y XXI. Cierra el Citroen. Gracias a todos los que habéis hecho posible esta historia tan bonita, tan normal, tan de gente trabajadora que se ha curtido un pasado, un presente y un futuro esperanzador. Gracias a los que habéis trabajado, a los que habéis dado todo por un negocio familiar que ha intentado ser siempre justos con sus empleados, porque eran parte de la familia, y atentos con sus clientes y amigos», subrayaban antes de dar las «gracias a Sevilla». «Os debemos mucho».