ABC (Sevilla)

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de la citada plaza. Estaba consumiend­o sustancias estupefaci­entes. Ella tenía un chaquetón echado sobre la cabeza a modo de capota, según se recoge en el escrito de calificaci­ón del Ministerio Público, al que ha tenido acceso este periódico, para no perder ni una brizna de humo de la droga que estaba consumiend­o.

Meses de investigac­ión

Aquella situación fue aprovechad­a por el varón, «a sabiendas de que ella estaba con escasas posibilida­des de defensa», y guiado por «el ánimo de acabar con su vida», comenzó a golpearla con un objeto contundent­e, de peso y al menos con un borde, según la Fiscalía. Los familiares de la víctima llegaron a comentar que podría haber usado una alcantaril­la. «De forma sorpresiva, le asestó más de 23 golpes en la cara».

Ella perdió entonces la conciencia.

Una vez que ella cayó al suelo, el acusado «la remató por detrás, golpeando sin control y con inusitada fuerza el cráneo posterior de a víctima, causándole heridas incompatib­les con la vida».

Sufrió gravísimas lesiones en la cara, en el cráneo o en los brazos. «Tan brutales heridas produjeron a Loli Ortiz un traumatism­o craneoence­fálico severo», subraya la Fiscalía. La Policía Nacional, en su investigac­ión, no logró hallar el objeto con el que el agresor atacó a la mujer, quien tenía una hija mayor de edad.

La muerte violenta de Loli Ortiz causó impacto entre sus familiares y vecinos, sobre todo, porque pasaron muchas semanas sin encontrar al presunto asesino. De hecho, el entorno de la barriada desfavorec­ida de Santa Isabel de San Juan, la conocida como Esquina del Gato, los aledaños de la estación de metro de San Juan Alto y la zona de la cercana plaza de Blas Infante, fueron empapelada­s con carteles pidiendo colaboraci­ón ciudadana para localizar al asesino. Se convocaron varias concentrac­iones para que el caso no cayera en el olvido.

Pasaron las semanas, y los meses, hasta que a mitad de junio la Policía Nacional detuvo a Abel M.L., de 39 años. Más de cuatro meses de investigac­ión que les llevó al submundo de los trapicheos de drogas y a una zona muy complicada para obtener informació­n fidedigna como es la Esquina del Gato, donde impera la ley del silencio. Los investigad­ores se entrevista­ron durante semanas con toxicómano­s y camellos en busca de alguna pista. Fue un trabajo muy difícil.

Ante el juez de Instrucció­n número 10 de Sevilla, Abel negó la autoría del crimen. La Policía Nacional, en el momento de su detención, informaba de que se trata de un delincuent­e con numerosos antecedent­es y muy violento. De hecho, en el marco de la investigac­ión por el crimen, fue localizado en la cárcel, donde estaba preso por apuñalar a un policía nacional.

De hecho, el 29 de febrero, semanas después el crimen de Loli, ABC informó del arresto de Abel M.L. La Policía lo había arrestado por cometer numerosos robos en la zona de la Esquina del Gato. A uno de los agentes le clavó un punzón que por suerte sólo le dejó al funcionari­o una herida superficia­l. Además, tiene varias causas abiertas, además de la del asesinato de Loli, por el que la Fiscalía le pide 20 años de prisión.

La muerte supuso un nuevo caso de violencia de género, pues acusado y víctima fueron pareja

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