La ley también está en el agua
El Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil tiene todas las competencias fuera de tierra
uelen verse cuando hay que sacar un cuerpo del agua. Su imagen está asociada a un equipo de rescate, pero el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) es mucho más que eso. Ellos son la ley en el agua, para lo que se preparan cada día en su cuartel general del Puerto de Málaga. «Hacen lo mismo que la Guardia Civil en tierra, pero en el agua. Tienen todas las competencias», resume Jorge Martín, portavoz de la Comandancia de Málaga, que acompaña a ABC a conocer a este grupo de especialistas con competencias de Policía Judicial o Administrativa, dependiendo de lo que requiera cada caso al que se enfrentan.
Una de sus últimas actuaciones fue encontrar a dos personas arrastradas por una riada en Mijas durante el temporal «Filomena». Cuando aún jarreaba y con el río Fuengirola lleno de ramas y remolinos por la bravura del cauce, se adentraron en el agua para hallar primero el coche con una mujer dentro y luego al otro desaparecido en uno de los márgenes del arroyo, que se había desbordado. Fue una de esas noches en las que los agentes estaban en casa con sus familias, pero sonó el móvil para que entraran en acción. Allí se desplazaron cinco miembros del grupo, aunque el equipo mínimo para actuar son un patrón, un buzo de seguridad y una pareja de buceadores.
En su base, hay una guardia de cinco personas cuando los visita ABC. Están revisando equipos: mosquetones, cuerdas, reguladores, bombonas… Uno de ellos está haciendo prácticas con el trípode, otros revisan las herramientas y hay quien acompaña al mecánico en el muelle, mientras está con la reparación de una de las lanchas con las que se desplazan a gran velocidad por el mar. Tienen dos, una de ellas es una «goma» confiscada a las organizaciones que tratan de meter toneladas de hachís en las costas andaluzas. La furgoneta del GEAS siempre está preparada para intervenir con los trajes colgados y los equipos a punto. En la jaula de seguridad, las bombonas cargan el oxígeno necesario para rastrear las profundidades.
Estos agentes pasan una reválida periódica para seguir perteneciendo al GEAS año tras año. Así, el tiempo de práctica con los materiales de trabajo es obligatoria, al igual que el depor
Ste diario dentro de su horario laboral. Todo para que el sargento jefe del grupo, Luis Palenzuela, pueda contar en todo momento con sus hombres al cien por cien, ya sea para adentrase en las profundidades de un pantano o para la revisión de una clínica estética que tiene cámaras hiperbáricas que no cumplen con la legislación.
Al igual que la vez que los llamaron de un club náutico porque había reventado una bombona. A uno de los buzos le saltó el regulador, le estalló parte de una mano y acabó incrustado en el techo de la habitación. Tuvieron que investigar algún tipo de negligencia por parte del club en sus sistemas de seguridad. Con toda la estancia llena de sangre, revisaron cada detalle hasta darse cuenta de que el buzo había usado una boquilla equivocada para cargar la bombona. La tuerca no era preceptiva y eso la hizo saltar en cuanto la tocó.
Su abanico de actuación es amplio, pero siempre bajo un metódico sistema de seguridad, que es evaluado y supervisado todos los días. Sobre las perchas cuelgan los equipos de cada uno: trajes de neopreno, cascos, gomas para el oxígeno, cordajes... «Siempre hay uno para el mar y otro para agua dulce», asegura Palenzuela, quien explica cada detalle de cada uno de los dos lotes. Asegura que el más viejo es para las intervenciones en tierra, porque suele haber enganches y rocas que lo deterioran más.
Rescate de Julen
Pantanos, cuevas, fosas, pozos o minas, como cuando montaron una línea de vida para que el Equipo de Salvamento Minero pudiera tener oxígeno en caso de emergencia a 70 metros bajo tierra durante el rescate del pequeño Julen en el Cerro de la Corona de Totalán. Sus medios técnicos, como la iluminación, compresores o sistemas de exploración, sirven de apoyo en un sinfín de ocasiones. Para ello fueron destacados en la búsqueda de Dana Leonte, la chica de 31 años desaparecida en Arenas y que se cree que está enterrada en el monte después ser asesinada por su pareja. Sus cámaras y sistemas de exploración sirvieron para revisar lugares inaccesibles para los medios a pie, como las fosas o pozos de la zona.
Uno de los sitios más peligrosos para desarrollar su trabajo son las presas de los pantanos, donde suelen trabajar a ciegas. «Lo primero, si vas a trabajar cerca de la presa, es saber cómo es y dónde están los desagües, que nunca están cerrados al cien por cien, porque las compuertas se han quedado atrancadas con un árbol y no se cierran del todo. Esa apertura te puede tragar», explica el sargento, que siempre exige los planos de cada em