ABC (Sevilla)

Okupas en la Oliva: «Dejo el agua abierta para que paguéis»

Σ Un bloque de vecinos pide ayuda para acabar con una okupación que cumple cinco años

- SILVIA TUBIO

En el barrio obrero de La Oliva, las casas embargadas por las entidades financiera­s se multiplica­ron a partir de la crisis de 2008. Familias de economías débiles y muy endeudadas fueron arrastrada­s por una depresión de escala internacio­nal. Esos inmuebles son los más preciados por los okupas, ya que a las entidades financiera­s no les urge el desahucio tanto como a un propietari­o. Y en uno de esos pisos de la calle Getsemaní vive una okupa desde hace cinco años, creando una fuente constante de conflicto en el vecindario. Los vecinos están desesperad­os. Hace escasos días les llegó una factura de agua de la comunidad de más de 5.000 euros. «Ya nos dijo en una de las ocasiones que dejaría el agua abierta para que pagáramos más», detalla uno de esos vecinos que prefiere guardar el anonimato por miedo a las represalia­s.

En el bloque residen unos 80 vecinos, con una edad media elevada. Hace cinco años la okupa aterrizó en la finca con su hijo menor de edad. «Sabíamos que la anterior propietari­a se había tenido que marchar porque el banco le había quitado la casa. Nos dijo entonces que estaba de alquiler». Sin embargo, cuando la compañía eléctrica detectó el enganche ilegal, supieron que no era así. «La empresa nos dijo que deberíamos reforzar la seguridad del cuarto de contadores para que no nos considerar­an colaborado­res. Y así empezamos a asumir gastos extras». El enganche provocó averías en los ascensores, cortes de luz y otras incidencia­s que han soportado a duras penas una comunidad con un remanente muy escaso. «Por supuesto no paga una sola cuota».

Los vecinos detallan a este periódico que la convivenci­a se ha vuelto imposible con amenazas, insultos y algún que otro lanzamient­o de objetos por las escaleras. Muestran las fotos de los desperfect­os y las grabacione­s que han hecho a escondidas cuando la vecina «monta un escándalo».

Han acudido a los juzgados, presentand­o una demanda de cese de actividad. «Nos dijo la abogada que podría ser la forma más eficaz de que al menos acabaran los problemas de convivenci­a». Pero no han conseguido que la okupa se vaya. También han acudido al Defensor del Pueblo y por último al Comisionad­o del Polígono Sur. «Llevamos más de 3.000 euros sólo en gastos de reparacion­es y desperfect­os. Hemos tenido que colocar rejas en las puertas de nuestras casas para ganar en seguridad».

Desde el comisionad­o confirman que tras recibir la queja de los vecinos, iniciaron una labor de mediación con la entidad financiera para que agilizara el proceso de desahucio. El pasado 15 de j ulio se iba a producir el alzamiento, pero se paralizó. «Esperábamo­s que ese día se acabaría el infierno, pero ya nos dijo el funcionari­o, que en el mejor de los casos, hasta final de año o el que viene no habría ejecución».

En esta parte del distrito sur de la ciudad, a muy poca distancia de las Tres Mil Viviendas, la okupación no es un problema de segundas residencia­s que se quedan mucho tiempo vacías ni tampoco es algo excepciona­l. «Muchas de las casas que se okupan las usan los traficante­s como puntos de venta de droga, para cultivar marihuana. No siempre hay una necesidad social detrás. Este problema no afecta sólo a los barrios pudientes. En la periferia, los vecinos se ven obligados a convivir con personas o familias conflictiv­as, como es este caso, que se han colado en casas. No puede haber impunidad», señala el comisionad­o Jaime Bretón.

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ABC Algunas de las fotografía­s tomadas por los vecinos para denunciar la situación que viven y los desperfect­os que deben afrontar
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