Palabrería política
Los discursos de nuestros políticos están llenos de una palabrería, a veces esperanzadora, que parece avanzar en dirección contraria a la realidad que vivimos. El presidente Sánchez lo suele hacer con frecuencia. Recientemente dijo «si España quiere, España puede». Y añadió: «Pero tenemos que pelear mucho, y cuantos más, mejor». Porque una cosa son las frases de un sonriente y bronceado presidente del Gobierno y otra los mensajes que emite nuestra realidad, por ejemplo desde la Bolsa, básicamente pesimistas. Parece lógico que nuestros líderes políticos prediquen la esperanza y que sonrían esperanzados, mientras prodigan mensajes de unidad, porque, según ellos, «España puede: recuperación, transformación y resiliencia». Es como si se estuviese dando el pistoletazo de salida a una carrera septembrina en un espacio todavía contagiado por un virus de incierto futuro entre nosotros, ya que los datos son cada día peores. Porque la realidad es que, hasta hoy, el talento y la eficacia de nuestros políticos aparecen demasiado vinculados a sus intereses partidistas y nunca lo suficiente a los nuestros. Los españoles en general compartimos los mayores deseos de acierto para lograr salir cuanto antes de la cabeza de los contagios. El lunes se erigirá en «salvador» de Madrid, eso es lo que pretende. sas, muchas de ellas por prevención ante síntomas que pueden coincidir con el Covid-19. Nos han vendido «humo» pero a la luz pública lo presentan como un gran esfuerzo económico pero con los números en la mano es fácil desmentirlo. Para apostar por la educación es fundamental bajar la ratio, aumentar las plantillas del personal. En el tema de seguridad pretenden que mantengamos la distancia de 1,5 m en un aula que con la ratio existente es completamente imposible y para lo cual han acuñado unos términos nuevos como «grupo de convivencia o burbuja», pensando que dentro de los cuales, al ser grupos cerrados y no relacionarse con otros grupos, no existirán contagios.