ABC (Sevilla)

EL MAESTRO PASIEGO

Viajar al norte y charlar con Rogelio es encontrar un trocito de la mejor Sevilla sin necesidad de buscarlo

- FRANCISCO ROBLES

Cuenta la leyenda que el almirante Bonifaz deja el monumento a San Fernando cuando caen del todo las noches de lluvia y oscuridad. A la llamada del aguacero que le trae su memoria cántabra, el marino abandona la piedra y se convierte en un parroquian­o que tira directamen­te hacia La flor de Toranzo, esa taberna con origen de tienda que en la ciudad donde todo lo importante tiene dos nombres se llama Trifón.

Allí se reconcilia con el sabor de las anchoas y con la charla que lo lleva al norte de donde vino. Allí le cuenta Rogelio las novedades del valle del Pas y echan de menos esa gama de los verdes que son el verde.

Las leyendas son el testimonio de la verdad en la ciudad de la doblez y la apariencia. Bonifaz rompió las cadenas que guardaban Ixbiliya por el flanco líquido del río. Al cabo de siete siglos y medio bien despachado­s, el excelentís­imo señor don Rogelio Gómez hace lo contrario: estrecha y remacha los vínculos de la cadena sentimenta­l que nos une con esa Cantabria de los montañeses que nos dan de comer y de beber. Cadenas de libertad que nos llevan al silencio pasiego, al aire que se respira en su pureza sin mancha, al postigo que nos abre en San Vicente de Toranzo con la llave de su corazón baratiller­o. No en vano ejerce las tres virtudes que le dan sentido a su vida: Piedad, Misericord­ia y Caridad. Añádanles el verde del Pas y del Betis, y solo faltará esa lentitud que tiene su cumbre en un puerto de montaña o en un lance eterno de Curro.

Viajar al norte y charlar con Rogelio es encontrar un trocito de la mejor Sevilla sin necesidad de buscarlo. Lo mismo te enseña una Virgen del Carmen de Castillo Lastrucci en una iglesia de novena y piedra,

ENCONTRAR EL NORTE ES FUNDAMENTA­L PARA VIVIR. ESTE HOMBRE BUENO PUEDE DAR LECCIONES

que te mete en una cabaña pasiega donde un señora amable y documentad­a como Isabel te descubre cómo vivía esa gente recia y franca en la soledad del valle. Y en su casa, cuadros y artículos con perfiles sevillanís­imos para curar la inevitable nostalgia que siempre acompaña a este sevillano de Toranzo, a este pasiego del Arenal.

Al final nos pasa lo mismo que le sucede al poeta viajero. Hallamos a Sevilla en esta distancia del agua y el verdor, en estos prados que invitan a la reflexión y el sosiego, en este silencio hondo que llega hasta los rincones más puros del alma. Nos reímos cuando empujamos un torno de hierro que protege del ganado un mirador: quien lo pintó de verde hace un rato podría haber puesto un cartelito, miarma… Y nos ponemos serios cuando el cronista pide un cocido montañés… para cenar.

Encontrar el norte es fundamenta­l para vivir. Y en eso, este hombre bueno puede dar lecciones. De hecho, nos ha dado un repaso que vale más que una carrera. O que dos títulos universita­rios, porque al final lo más importante de la vida se aprende en los bares. Catedrátic­os como este excelentís­imo señor del mostrador y la taberna son nuestros maestros. Hemos hecho un máster en dos ratos. Y el cocido nocturno nos ha sentado como el curso: de maravilla.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain