Seis propuestas para la Semana Santa
El balance de la Semana Santa de 2015 invita a pensar que se hace necesaria una profunda reorganización en todos los sentidos. Diríamos que a la Semana Santa actual le sobran los poetas y le faltan los ingenieros industriales: capacidad técnica y organizativa demostradas para abordar los muchos problemas que tiene planteados. Estos son sólo media docena de los grandes problemas que hay que solucionar con urgencia.
- Plan de seguridad: faltan policías, como ya ha admitido el Ayuntamiento, pero, sobre todo, falta hacer cumplir las leyes en vigor. Las fuerzas de seguridad tienen instrumentos legales para acabar con los botellones en las inmediaciones de la carrera oficial y el asunto de las sillitas plegables en los 28 cruces marcados como de riesgo requiere de una normativa específica que ampare la retirada o la sanción a quienes ignoren, como se viene haciendo, la “recomendación” de no utilizarlas. En líneas generales, hay una gran laxitud a la hora de hacer cumplir lo establecido en la creencia de que no se debe estropearle la fiesta a nadie. Aunque, claro está, no haya reciprocidad en el trato y cualquier grupito molesto puede arruinarle la contemplación de los pasos a una mayoría.
- Plan de tráfico: es la gran asignatura pendiente. Parece que durante los días de celebración de la Semana Santa no rijan las normas de circulación en vigor durante el resto del año. El aparcamiento indiscriminado, encima no ya de aceras sino incluso de zonas verdes y ajardinadas, dice muy poco de la ciudad. A lo mejor es el momento de plantearse una gran bolsa de aparcamientos en la periferia del Centro servida por una línea de lanzaderas que mitigue el estacionamiento indebido como se hace con la Feria. ¿Por qué no? La alternativa es la caótica regulación actual.
- Plan de limpieza: probablemente, la mayor aportación sevillana al I+D de la limpieza viaria sean esas barredoras mecánicas dispuestas de cuatro en fondo adecentando las avenidas tras el paso de una cofradía. Pero no es más limpio quien más barre, sino quien menos ensucia. Las campañas de concienciación no dan ningún resultado, se diga lo que se diga. La colaboración ciudadana brilla por su ausencia, así que habrá que plantearse si hay que sancionar comportamientos incívicos como los que pueden apreciarse entre los usuarios de las sillas de la Carrera Oficial
- Cortejos más cortos: mover a 3.500 personas supone un esfuerzo de organización para la hermandad, un suplicio para los espectadores y una dificultad añadida para la movilidad peatonal en las calles del Centro. Los cortejos extensísimos, como los que prácticamente se ven durante todas las jornadas de la Semana Santa, fijan mucho público a su alrededor convirtiéndose en una barrera impenetrable que impide el tránsito peatonal de cruce en demasiadas calles. Los cortejos más cortos resolverían los problemas dentro y fuera de la Carrera Oficial, porque no es de recibo maltratar al cuerpo de nazarenos para cumplir unos horarios imposibles de cuadrar.
- Reforma de la Carrera Oficial: la nunca abordada reforma de la Carrera Oficial se hace más necesaria que nunca. No es sólo cuestión de ampliarla como tantas veces se ha acariciado para aumentar los ingresos, sino justo el movimiento contrario: acortarla para aumentar la movilidad alrededor. La calle Sierpes es una ratonera, se mire por donde se mire, además de una molestia para los nazarenos y una paliza para los usuarios de las sillas. Puede que para las cofradías de hace un siglo la calle no supusiera la incomodidad que representa ahora.
- Modificación de los horarios: la propuesta más radical de todas pasa por rehacer la nómina de cofradías de la Semana Santa entera. La Madrugada es el ejemplo de que el orden establecido ya no da más de sí. Un Consejo de Cofradías fuerte y con liderazgo se atrevería a plantear soluciones drásticas que incluyeran alteraciones de orden dentro del mismo día para evitar que todas las cofradías de parecido recorrido se solapen alternando mejor las que entran por el Oeste y el Sur con las que vienen del Este y el Norte. El siguiente paso sería prescindir de consideraciones históricas y barajar toda la lista de cofradías que hacen estación a la Catedral: ¿quién será el guapo que se atreva?