La penosa persecución al árbitro acaba con las disculpas del capitán
Lamentablemente, la imagen de un árbitro saliendo escoltado de un terreno de juego no es nueva en el mundo del deporte. Sin embargo, no es nada habitual que un partido de rugby acabe de esta guisa. Este juego tiene unos valores muy asentados que pasan por un respeto absoluto hacia los colegiados, hasta el punto de que en muchos clubes hay un cartel en la puerta del vestuario que dice: «A partir de aquí, quien manda es el árbitro». Durante el encuentro, el único autorizado a hablar con él es el capitán y están muy mal vistas las protestas. «Los jugadores deben dedicarse a jugar, no a discutir», es otro de los adagios de esta disciplina. Pero los miembros de España perdieron ayer los nervios por la manera en la que se desarrollaron los acontecimientos en Bruselas y terminaron protagonizando una escena que no tiene justificación posible: persiguieron al árbitro para increparle y afearle con aplausos irónicos la mala actuación que había tenido. Por ello, el capitán Jaime Nava pidió disculpas en nombre de sus compañeros. «Soy el capitán y pido perdón por la persecución al árbitro. Esa imagen no se corresponde ni con el deporte ni con los valores de este equipo, aunque hay que entender que se nos ha quitado parte de este sueño». La Federación también lamentó «que algunos jugadores no pudieran controlar su estado de ánimo».