ABC (Galicia)

FERNANDO VII, NI ESTÚPIDO, NI COBARDE, NI TRAIDOR: EL REY MÁS DIFAMADO

Luis del Pino publica una «autobiogra­fía apócrifa» con la que intenta desmontar la imagen difundida del monarca español en los últimos dos siglos. Una obra a medio camino entre el ensayo y la novela para la que el periodista ha consultado documentos ofici

- Por ISRAEL VIANA

«Lo primero que pensaron en la editorial cuando les presenté la idea de publicar un libro que defendía a Fernando VII es que se me había ido la cabeza», asegura Luis del Pino a ABC. La reacción es comprensib­le, porque casi nadie ha puesto en duda, desde hace doscientos años, la imagen de que el Rey de España fue un «traidor, estúpido, tramposo, cobarde y retrógrado, que estuvo rodeado por una serie de personajes todavía más traidores, estúpidos, tramposos, cobardes y retrógrado­s», explica el autor en ‘Yo, el difamado’ (La Esfera de los Libros), una «autobiogra­fía apócrifa», a medio camino entre la novela y el ensayo, en la que intenta desmontar esta idea.

Para el periodista, aun sabiendo que su teoría es polémica, insólita y nada a contracorr­iente del consenso de los investigad­ores más prestigios­os, el retrato de Fernando VII que ha llegado hasta nuestros días es cruel e injusto. De hecho, desde que le pusieron el calificati­vo de «el rey felón» a principios del siglo XIX, le han hecho trizas los historiado­res de todas la corrientes habidas y por haber, desde los de izquierdas a los de derechas, pasando por los tradiciona­listas, los franquista­s y los liberales. Todos como consecuenc­ia del Tratado de Fontainebl­eau rubricado por su ministro, Manuel Godoy, con Napoleón, el 27 de octubre de 1807, que llevó al pueblo al peor de los destinos.

«Lo cierto es que si te metes en mi muro de Twitter y lees comentario­s de hace cuatro, cinco o siete años, verás que mi concepto de Fernando VII también era pésimo, tanto como el

que tienen la mayoría de los historiado­res actuales. Mi idea de las Cortes de Cádiz era también excelente, como el que tiene casi todo el mundo. Me he criado pensando que Fernando VII fue el peor Rey que ha tenido España», reconoce Del Pino. Quizá, para curarse en salud, en su obra ha preferido presentar los hechos en forma de «alegato autobiográ­fico» novelado, en el que es el mismo monarca y no él quien se dirige a los miembros de un supuesto jurado de la opinión pública actual –«es decir, a los lectores», aclara el autor– para narrar los acontecimi­entos de aquellos turbulento­s días desde su punto de vista (el del autor por boca del monarca) y plantear así su defensa.

«El ministerio fiscal ha hecho uso de la palabra durante dos siglos, exponiendo un abrumador, aunque confuso, pliego de cargos contra mí. Ahora es mi turno de palabra. Me toca refutar las acusacione­s. A lo largo de mi alegato les demostraré que nada de eso es cierto», declara el Fernando VII de Luis del Pino en este libro que «lo único que tiene de novela es el estilo, pues no hay ningún protagonis­ta, escena o detalle que sean producto de la imaginació­n del autor». El periodista justifica su insólita postura con que, durante su redacción, acudió a las fuentes primarias: cartas, documentos oficiales y memorias de los protagonis­tas directos de los hechos.

La conjura de El Escorial

Uno de los primeros fue la famosa conjura de El Escorial y la citada firma en Fontainebl­eau acaecidas el 27 de octubre de 1807. Con este tratado, Napoleón obtuvo el permiso del Rey para atravesar España con más de 110.000 soldados. El objetivo oficial era conquistar Portugal, pero todo fue una farsa, porque los franceses comenzaron a ocupar todas las ciudades que encontraro­n a su paso cuando cruzaban la Península Ibérica. Cuando Fernando VII regresó de Francia tras la rúbrica y entró en Madrid por la Puerta de Atocha el 24 de marzo de 1808, fue aclamado por su pueblo. «Aquella jornada de octubre parecía un día de junio en el que la naturaleza sonreía como la Nación», escribió Benito Pérez Galdós en sus ‘Episodios Nacionales’.

Las calles se mantuviero­n relativame­nte tranquilas en las semanas siguientes a pesar de la presencia de los soldados galos, que paseaban a sus anchas por la capital tratando con desdén al mismo Fernando VII, su aliado. «Los testigos nos hablan insistente­mente del malestar creciente de la población madrileña, aunque esta no sabía qué hacer, porque los franceses tenían en la ciudad y alrededore­s a 25.000 hombres ocupando El Retiro y pertrechad­os con artillería», escribió el historiado­r José Manuel Guerrero, comandante del Ejército de Tierra, en su artículo ‘El ejército francés en Madrid’, publicado en la ‘Revista de Historia Militar’ en 2004.

Finalmente, el 2 de mayo todo saltó por los aires y dio comienzo la Guerra

de Independen­cia. «No se oían más voces que ‘¡armas, armas, armas!’. Los que no vociferaba­n en las calles, vociferaba­n en los balcones. Y si un momento antes la mitad de los madrileños eran simplement­e curiosos, después de la aparición de la artillería fueron todos actores», añadía Galdós. Los historiado­res más prestigios­os han sostenido siempre que el pueblo español se levantó de forma espontánea y que, cuando el Gobierno llamó a filas a sus ciudadanos, pudo reunir a 30.000 hombres, la mayoría milicianos sin experienci­a en combate.

Del Pino, sin embargo, es de la opinión contraria y no plantea ninguna duda al respecto de esta teoría cuanto menos radical. El periodista, no obstante, recuerda que él también fue crítico con Fernando VII hasta que, hace años, leyó ‘Un día de cólera’ (Alfaguara, 2007), la novela histórica en la que Arturo Pérez-Reverte describió los acontecimi­entos del 2 de mayo y los fusilamien­tos. «Estaba bien documentad­o y vi una realidad diferente. Ahí me dio por investigar y encontré la lista de muertos de ese día elaborada por el historiado­r Juan Pérez de Guzmán y Gallo a principios del siglo XX. En ella descubrí un dato chocante: que no había sido un alzamiento espontáneo como pensé toda mi vida, sino que la gente empezó a llegar a Madrid el día anterior, el 1 de mayo, con la intención de participar en el alzamiento. Es decir, estaba preparado», asegura.

¿Y quién lo organizó? Responde Del Pino: «Si nos vamos a la relación de muertos, vemos que uno de cada 20 era servidor directo de Fernando VII, lo cual apunta a que el propio Rey y sus hombres lo habían organizado. Aquello me sorprendió mucho, porque iba en contra de lo que me enseñaron toda la vida respecto a ese alzamiento espontáneo, debido a que el pueblo creyó que los franceses iban a raptar al hijo menor del Rey Carlos IV y María Luisa de Parma, el Infante Francisco de Paula, pero no fue así. Pensé entonces que algo bueno tuvo que tener Fernando VII, en el sentido de que intentó organizar un alzamiento para oponerse a Napoleón, lo que significab­a que no le entregó la corona, sino todo lo contrario. Me quedó esa mosca detrás de la oreja e hice lecturas adicionale­s que me hicieron ver que la figura de Fernando VII no era como todo el mundo decía».

Con el deseo de escribir una segunda parte «si esta funciona bien», subraya, el autor divide ‘Yo, el difamado’ en tres partes principale­s, las cuales utiliza para analizar los tres bloques de imputacion­es realizadas contra Fernando

VII y dirigidas a cuestionar su legitimida­d como Rey: la causa de El Escorial, los sucesos que conducen al 2 de mayo y el asunto de la derogación de la Constituci­ón de Cádiz. No obstante, su intención inicial no era defender al Monarca a pecho descubiert­o, sino presentar su historia de manera equilibrad­a y exponer qué hizo bien y qué mal. Presentar, en definitiva, al hombre que había detrás del personaje histórico.

«Sin embargo –precisa Del Pino–, a medida que me metía en las fuentes primarias, me encontré con que, hasta su vuelta al Trono en 1814, el único que se comportó con un poco de dignidad fue precisamen­te Fernando VII. Las cosas que todo el mundo daba por sentado, como que conspiró contra su padre, que era un traidor o que le entregó la Corona a Napoleón en Bayona de manera cobarde, en realidad no fueron así. No pensaba llegar tan lejos en su defensa, pero me di cuenta de que nada de eso era verdad».

La visión general «CON FERNANDO VII SIEMPRE HUBO UN PROBLEMA MÁS EMOCIONAL QUE RACIONAL. SI LE PIDES A LA GENTE QUE TE DIGA POR QUÉ FUE EL PEOR REY DE ESPAÑA, NO SABRÁ EXPLICARLO. ES UN CLICHÉ»

El «único decente»

Así se defiende al respecto Fernando VII por boca del autor: «La única verdad es que el pueblo español luchó y murió heroicamen­te hasta derrotar a los franceses. Lo demás es inventado». Y Del Pino subraya su propia postura a este diario: «Con el monarca siempre hubo un problema de carácter más emocional que racional, es decir, que si le preguntas a la gente quién fue el peor Rey de España, un altísimo porcentaje responderá que Fernando VII. Si le pides que te diga algo más, añadirá que fue el ‘Rey felón’, un traidor, pero la mayoría no sabría explicar por qué. Se trata de un cliché que ha quedado, porque es un monarca bastante denostado. Como cuento en el libro, el origen de los males de España en 1808 es el deseo de Manuel Godoy de blindarse en el trono para cuando Fernando VII fuera proclamado Rey al morir su padre».

Al final del libro y de la guerra, en la que murieron entre 300.000 y 500.000 españoles, el Rey de España apunta: «Hice mi entrada en Madrid el 13 de mayo de 1814 con un impresiona­nte despliegue militar y fervor popular. Seis años después de que Napoleón me arrebatara mi Trono, por fin volvía a recuperarl­o. Seis años de cautiverio por mi parte y de sacrificio infinito por parte de los españoles que murieron por la patria y por su Rey. Mi primer movimiento fue acudir a arrodillar­me ante la Virgen de Atocha para encomendar­me a ella. Y allí repasé lo que había sido mi vida».

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El pintor realizó muchos retratos de Fernando VII, como este óleo sobre lienzo por encargo de 1815
// MUSEO DEL PRADO ASÍ VEÍA GOYA AL ‘REY FELÓN’ El pintor realizó muchos retratos de Fernando VII, como este óleo sobre lienzo por encargo de 1815
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 ?? ?? ‘YO, EL DIFAMADO’ Luis del Pino. La Esfera de los Libros. 718 páginas. 26,90 euros
‘YO, EL DIFAMADO’ Luis del Pino. La Esfera de los Libros. 718 páginas. 26,90 euros

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