ABC (Galicia)

Funcionari­os: todo por la pasta

Los últimos conflictos en el sector público se zanjan con dinero (público)

- PAZGUATO Y FINO JOSÉ LUIS JIMÉNEZ

Asistimos en las últimas semanas a distintas oleadas de movilizaci­ones laborales en el sector de nuestros empleados públicos. Y digo nuestros porque sus sueldos los pagamos entre todos, usted, su vecina del quinto y aquí un servidor. Tras la huelga de los letrados de la administra­ción de justicia, que provocó la suspensión de más de 350.000 vistas y juicios en toda España, llega la de los funcionari­os de ese mismo ámbito, y con jueces y fiscales haciendo cábalas sobre si también se suman a los paros. Pasta, quieren más pasta. Si el Ministerio le subió 450 euros al mes a los letrados, ¿por qué a ellos no?

Todo tiene su letra pequeña. A cualquier empleado público que ejerce su derecho a la huelga se le descuenta el día que no trabajó. Pero cuando haya que recuperar esa carga de trabajo acumulada, se verá compensado con unas jugosas horas extras que la cosa pública siempre abona bien. Así que al final es lo comido por lo servido, y por el camino le hemos subido el sueldo a nuestros sufridos funcionari­os.

En la sanidad pasan cosas igualmente llamativas. Un sindicato médico de escasa implantaci­ón llama a la huelga. La secundan principalm­ente los especialis­tas hospitalar­ios. Y la protesta se desconvoca tan pronto el sindicato logra que se abone un complement­o salarial que hasta ahora diferencia­ba a los que trabajaban solo en la pública con aquellos que también ejercían en el sector privado. Con dinero (público) se solventa el problema, del mismo modo que se ha zanjado poniendo casi un cheque en blanco para los MIR de último año, las prolongaci­ones de jornada, la cobertura de plazas en el interior de Galicia...

Dinero, siempre dinero (público). Y con la ciudadanía secuestrad­a por nuestros servidores públicos, sabedores de que el daño que hacen sus huelgas repercute en las expectativ­as electorale­s del partido que sea que ostente el gobierno regional o nacional. Ellos, además, se revisten de víctimas y buscan que la ciudadanía empatice con sus demandas, porque dicen defender servicios de mayor calidad. La próxima vez que lo hagan, que renuncien a cobrar más. No vaya a ser que ya no les creamos más.

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