Guardiola y el City ya tienen su final
▶ Los ingleses, con un doblete de Mahrez, dominan al PSG, que no alineó a Mbappé
Si la pasada temporada fue el PSG el primerizo en una final de la Champions, este año el honor será del Manchester City, que disputará en Estambul la primera de su historia. Pep Guardiola, privado de esta última estancia desde su salida del Barcelona, podrá remendar el hasta ahora gran ‘borrón’ de su carrera.
Empezó serio el PSG, sacrificado y expectante del juego de Neymar, único faro de los franceses por la suplencia de Mbappé. Se deslizaba el equipo parisino entre el granizo y las piernas inglesas, generoso en la presión y en los esfuerzos. Fue Ederson, sin embargo, el primer protagonista en el partido de vuelta. El portero, todo un prodigio en los balones largos, puso un pase de campo a campo a Zinchenko. El ucraniano, con espacio, vio a un solitario De Bruyne por el carril central. El tiro del centrocampista rebotó en un defensa y el rechazo fue para Mahrez, único delantero de la alineación de Guardiola, que con un disparo cruzado entre las piernas de Navas hizo el 0-1 (min. 11). Sin merecerlo en exceso, el PSG estaba exigido a una gesta con pocos precedentes en la Champions. Marquinhos fue el primero en creérselo al mandar un balón al larguero con la cabeza.
Pese a ser dos equipos estado que parecen no tener alma, City y PSG mostraban bastante humanidad en su fútbol. El partido se escribía entre balones divididos, agresividad y, en cuanto tenían ocasión, largas posesiones de los ingleses. No perdían el norte los parisinos, que robaban, saltaban las líneas locales con precisión y acechaban la portería de Ederson. Valiente, aunque con poco acierto, y poco reprochable la primera mitad de los de Pochettino. El City, también maduro y con la ventaja del marcador, no mostraba demasiadas fisuras y daba sensación de unidad con la final de la Champions como propósito vital.
A la contra
Tras el descanso, el partido engullía al PSG. Neymar no centraba su fútbol y los de Guardiola no cometían ese error desencadenante que hasta la fecha, casi de manera cíclica desde la llegada del catalán, les había privado de las altas esferas de la competición. Fernandinho echaba sal en las heridas con su despliegue y el segundo tanto de los locales comenzaba a asomar. Además de domar el balón, este City también sabe correr. Una contra perfecta, de derecha a izquierda y de nuevo a la derecha para su finalización, puso el 2-0 (min. 63). Asistió Foden, el ojito derecho de Guardiola, y anotó de nuevo Mahrez. Neymar, enrabietado, pedía explicaciones a sus compañeros. La frustración se llevó del partido a Di María, que acabó expulsado tras agredir a Fernandinho. El partido se apagó y el Manchester City celebró su ansiada final.
Una década Guardiola no llegaba a una final de la Champions desde 2011, cuando la ganó con el Barcelona