Otro 8-M coronavírico
Asisto perplejo al llamamiento a tomar la calle el próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Según leo, para evitar las más que posibles aglomeraciones, el objetivo esta vez será celebrar muchas manifestaciones: por barrios o ciudades. Estamos arruinando determinados sectores económicos para preservar la salud de nuestros conciudadanos y ahora reivindicamos la no discriminación de la mujer así.
No tenemos Semana Santa, no hay ferias, la movilidad y el número de reunidos en torno a un ágape está limitado, pero según qué actos ¿se puede uno saltar todas las reglas objetivamente puestas por el bien común? ¿Realmente alguien que no esté ideologizado o paniaguado puede justificar esto?
Al igual que las violentas e incendiarias protestas de los últimos días, que en nada benefician a la tan falsamente cuestionada libertad de expresión; estas concentraciones para nada buscan la igualdad de la mujer. Se trata de grupúsculos que toman la calle con total impunidad amparados sorprendentemente desde parte del Gobierno central, que ya han demostrado sobradamente que su lugar no está en las instituciones, sino en la algarabía de las calles, enfrentándose a las fuerzas de seguridad y destrozando el mobiliario urbano y los comercios adyacentes.
Mientras, una silente masa cada vez más numerosa sobrevive en situaciones de extrema pobreza agravadas por unos negligentes
Manifestación del 8-M dirigentes que más que solucionar problemas los acrecientan con sus infantiles enfrentamientos de patio de colegio. Esta coalición, cuya mostrada incompetencia no da ya lugar a más dudas, no está para gobernar, cuanto antes lo asuman y dejen paso a otras opciones, menor será el daño causado.