ABC (Galicia)

Cuatro años de incertidum­bre

- N.S. SANTIAGO

Desde hace cuatro años los trabajador­es de la planta coruñesa de la multinacio­nal estadounid­ense Alcoa se habían acostumbra­do a vivir con la amenaza de perder su puesto de trabajo. En 2014, la compañía que inventó la industria de aluminio en 1888, ya amenazó con cerrar la factoría gallega y su vecina de Avilés, dado que los elevados precios de la electricid­ad no la hacían rentable.

El desembarco de Alcoa, que actualment­e cuenta con 14.600 empleados en todo el mundo, en España se produjo en 1998. En plena ola de privatizac­iones de empresas públicas puesta en marcha por el Gobierno de Aznar, la multinacio­nal compró Inespal a la Sepi (Sociedad Estatal de Participac­iones Industrial­es). La operación se selló por 383 millones de euros y permitió a Alcoa hacerse propietari­a de la decena de plantas dedicadas a la producción de aluminio. Si la empresa no da marcha atrás en sus planes, 20 años después solo mantendrá su centro de producción de San Cibrao (en el ayuntamien­to lucense de Cervo).

Pero con la operación de compra, Alcoa negoció también un precio especial para su factura eléctrica, que supone alrededor de un 40% de los costes de producción. Solo la planta de Cervo, la más grande, consume tanta energía como las principale­s ciudades de Galicia. En 2009 comenzaron los problemas para el gigante del aluminio estadounid­ense. La Unión Europea prohibió la tarifa especial que España le ofrecía a la multinacio­nal, denominada G4, porque daba una ventaja competitiv­a a las industrias beneficiar­ias.

El Gobierno diseñó entonces un sistema para compensar a las industrias electroint­ensivas por ofrecer un servicio de interrumpi­bilidad. En los periodos en que la demanda de electricid­ad es muy alto estas fábricas reducen drásticame­nte su consumo para permitir que la luz llegue a todos los hogares. A cambio recibían pagos millonario­s. Pero en 2013, la UE manifestó su recelo a estas ayudas y se introdujo un modelo de subasta para el reparto de estas compensaci­ones atendiese a las reglas de la competenci­a. La multinacio­nal amenazó con cerrar sus plantas. A finales de 2014 se produjeron dos subastas y Alcoa logró que se le abonasen unos 130 millones de euros por la interrumpi­bilidad. Dio carpetazo a sus planes de clausura y los centros de La Coruña y Avilés siguieron funcionand­o.

Pero no todo fueron vacas flacas para la multinacio­nal en España. Durante muchos años las cuentas de resultados fueron positivas, hoy sólo la fábrica de alumina de Cervo se queda fuera de los números rojos, según fuentes sindicales. Los trabajador­es coruñeses recuerdan que en 2011 las plantas coruñesa y asturiana lograron 406 millones de beneficios y al año siguiente se presentó un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) temporal. Alcoa asegura ahora que la decisión de cerrar sus centros de producción de La Coruña y Avilés no sólo responde al elevado precio de la electricid­ad, sino que las plantas tienen tecnología poco eficiente y elevados costes fijos. Los sindicatos le reprochan a la compañía que en los periodos de bonanza no haya invertido en los centros coruñeses.

Incremento de ingresos

Alcoa es uno de los líderes mundiales en el sector de productos de bauxita, alúmina y aluminio. En sus últimas cuentas referentes a 2017, la multinacio­nal estadounid­ense informó que dobló sus ganancias con respecto al año anterior e informó de una Ebitda de 2.350 millones de dólares (2.037 millones de euros). La compañía está presente en doce países: Australia, Brasil, Canadá, Guinea, Hungría, Islandia, Holanda, Noruega, Arabia Saudí, España, Surinan y Estados Unidos. Sus ingresos durante el pasado año superaron los 11.700 millones de dólares (10.145 millones de euros).

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