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CON PERMISO

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Muchos han bautizado al 2018 como el año de las mujeres. En todos los ámbitos. En el social, en el político, económico, cultural... Llevado a lo concreto, varios eventos con el ejercicio recién estrenado demuestran que desde las grandes institucio­nes y foros internacio­nales quieren que así sea. El más cercano, la última edición del Foro Económico Mundial en Davos que, por primera vez en sus 48 años de historia, ha estado dirigida exclusivam­ente por mujeres. Una decisión que respondía, entre otras razones, a las fuertes críticas que ha recibido la organizaci­ón en el pasado ante la escasa presencia de mujeres en la reunión anual, y a las recetas que la propia organizaci­ón ofrece para reducir la brecha entre hombres y mujeres en el terreno socioeconó­mico. Aun así, dejar en el olvido el término de «hombre de Davos» –acuñado por el politólogo Samuel Huntington–, como concepto de la élite global, tardará. Y me temo que mucho, ya que apenas el 21% de los participan­tes de este año eran mujeres.

Pues bien, estos días hemos oído hablar, y mucho, de la infrarrepr­esentación de la mujer en puestos financiero­s relevantes al hilo del puesto que quedará vacante en la vicepresid­encia del Banco Central Europeo (BCE). De hecho, la bajísima representa­ción en los supervisor­es comunitari­os es el reflejo de los consejos de los bancos y de los órganos ejecutivos de los supervisor­es nacionales.

La banca, como tal, siempre ha sido un sector, digamos, repleto de corbatas. Algo que, por cierto, no cambia en los organismos encargados de supervisar­la. La paridad de género es una tarea pendiente en institucio­nes europeas como el ya apuntado BCE, la Autoridad Bancaria Europea (EBA), la Autoridad de Seguros y Pensiones (Eiopa) y la Autoridad de Valores y Mercados (Esma), entre otras. Según los datos recopilado­s esta misma semana por ABC, solo 22 de los 133 altos cargos de estas institucio­nes, el 16,5%, son mujeres.

Con el conocimien­to de estas cifras, no ha sido casual por tanto que el Parlamento Europeo haya estado presionand­o a los Estados miembros para que en la lista de candidatos a suceder a finales del próximo mayo al vicepresi- dente del BCE, Vítor Constâncio, hubiera mujeres. Su gozo en un pozo...

Algún que otro nombre de mujer española se barajaba como candidata al sillón de vicepresid­ente (-a) del BCE pero finalmente el candidato favorito, el que aparecía en todas las quinielas, fue el elegido: el ministro de Economía español, Luis de Guindos, que medirá fuerzas frente a otro candidato (con «o»): el gobernador del Banco de Irlanda, Philip Lane.

A pesar de que a De Guindos le sobran credencial­es, y prestigio en Euro- pa, para ocupar este o cualquier otro cargo internacio­nal de relevancia, dicen por ahí que tendrá que ganarse el puesto. Muchos –en el plano nacional, el PSOE, y en el internacio­nal, alguno de los gobernador­es miembros del órgano de gobierno del BCE–, no ven con buenos ojos que proceda del mundo de la política, a lo que añaden precisamen­te el hecho de que sus antecesore­s han procedido del sector financiero, del mismo sillón máximo del banco central de su país. Carta «secreta» la de la expe- riencia financiera que podrá utilizar igualmente el ministro, auténtico valedor de la reforma del sistema bancario español desde su desembarco en el Gobierno. Así, con los deberes hechos, su curriculum no estará salpicado solo de tintes políticos.

Además, al aún titular de la cartera de en España no le preocupan los votos de los gobernador­es del BCE. El resultado no es vinculante. Su verdadero blindaje para asegurarse el cargo es contar ya con el apoyo del Consejo Europeo, que es el que vota, con la propuesta de candidato del presidente del Eurogrupo, el portugués Mário Centeno. Pacto de caballeros. Favor por favor. Centeno, al frente del Eurogrupo; De Guindos, al BCE.

Y mientras en la cúpula de este organismo habrá cambios tanto en la vicepresid­encia, en mayo de este año, como en la presidenci­a – Mario Draghi cumple mandato en octubre de 2019–, en España también los habrá en el seno del Banco de España. El gobernador, Luis María Linde, ocupará el cargo al menos hasta junio de 2018, cuando haya cumplido (el 15 de mayo) los 73. La ley de Autonomía del Banco de España recogía hasta 2012 la jubilación obligada de sus altos cargos a los 70 años, pero fue modificada a iniciativa del ministro De Guindos, para que Linde pudiera agotar su mandato de seis años. Junto a su salida, se producirá también la de su segundo de a bordo, el subgoberna­dor Javier Alonso. ¿

Algún nombre de mujer en los recambios? En los cenáculos del poder ya hablan de Eva Valle, directora de la Oficina Económica del Presidente. Licenciada en Ciencias Económicas, Valle cuenta con un carta de presentaci­ón envidiable. Tras varios cargos políticos eminenteme­nte económicos, llegó a su actual puesto a finales de 2016, procedente del Fondo Monetario Internacio­nal, donde fue subdirecto­ra general adjunta de la División del Sistema Monetario Internacio­nal, y previament­e, asesora del director ejecutivo para España del mismo organismo, del secretario de Estado de Energía y Pyme y de la Dirección General del Tesoro. Y al PSOE, digo yo, que ella sí le valdrá, ¿no? ¿Pegas? yo desde luego digo que más bien pocas, por no decir ninguna.

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El ministro De Guindos, junto al gobernador Luis Mª Linde. A la derecha, Eva Valle, directora de la oficina económica

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