Σ Los morosos vocacionales hilvanan complejas estrategias con un único fin: vivir bien pagando muy mal
Imaginen la siguiente situación: Tienen un precioso chalé en una localidad de la sierra de Madrid, que heredaron de sus padres y como una inversión óptima deciden ponerlo en alquiler. En esto que encuentran a un inquilino muy interesado y dispuesto a pagar el alquiler anunciado y vivir lo antes posible. ¡Eureka! Sin embargo, el perfecto inquilino no paga durante meses y se ven inmersos en un proceso de años. Posteriormente, hablando con su abogado resulta que lleva un caso idéntico, en una población vecina, con la misma persona como inquilino moroso. Este ejemplo, lo narran fuentes del bufete del « Defensor del Moroso » dedicado al deudor de buena fe. « El cliente profesional ya se defiende solo » , matizan pidiendo que se diferencie entre una persona empujada por las circunstancias y el jeta. O, en palabras del profesor de credit management de la EAE Business School Pere Brachfield, « un heredero del pícaro español del siglo XVI » .
Precisamente para acercar un tema tan árido a un público más amplio y, de paso, enseñar de una forma amena cómo se desenvuelven estas per- sonas; Branchfield acaba de publicar el cómic «Numerio Negídiez: de profesión, moroso » . junto al ilustrador Albert Pallarés (El Jueves). Ambos son creadores de una serie de cómic relacionados con la economía, cuyo próximo número tratará de los autónomos.
Como apunta este experto, la diferencia entre el siglo XVI y la actualidad reside en que «los pícaros lo hacían para comer cada día y el moroso actual vive muy bien». En este sentido, recuerda que, por ejemplo, desde 1995, ya no existe pena en el Código Penal español por librar un cheque en descubierto (sin fondos).
Larga tradición
En «Numerio Negídiez: de profesión, moroso», Branchfield y Pallarés recorren la evolución del moroso a lo largo de la historia de España, desde la época fenicia pasando por el Siglo de Oro hasta nuestros días: «Los morosos hoy suelen ser personas con recursos, de buena educación y que viven como marajás, a costa de no pagar», explica este docente quien añade que estamos mayoritariamente ante un hombre de más de 35 años, sin pareja fija ni hijos. Además de cambiar a menudo de domicilio y «de ser muy hábiles en la comunicación con los demás, o de carecer de escrúpulos hacia sus víctimas».
El profesor del Departamento de Derecho de Esade, Juan Ignacio Sanz distingue entre dos grupos: los que considera «minoristas» o grupos de personas que, por ejemplo, hacen ruedas de avales cubriéndose unas a otras en el acceso a créditos, aprovechándose de los retrasos en la actualización de datos sobre mora en la banca, y aquellos que, en palabras de este experto, optan por un «formato societario» destinado a «crear compartimentos estanco con el fin de generar pérdidas y aminorar la responsabilidad» . A su juicio, podríamos estar hablando de una estafa ya que suelen «interponer a personas sin patrimonio como propietarios».