ABC (Córdoba)

Diogo Costa se viste de héroe

El portero detuvo tres penaltis a Eslovenia y clasificó a Portugal para cuartos. Cristiano falló uno en la prórroga

- IGNACIO TYLKO ENVIADO ESPECIAL A ALEMANIA

La noche parecía mágica para Jan Oblak, que le atajó un penalti en la prórroga a un Cristiano Ronaldo que lloró de pura rabia y soltó toda la ansiedad, pero al final el héroe fue el portero luso Diogo Costa. Detuvo las tres penas máximas que le lanzaron en la tanda final y permitió a su país jugarse los cuartos ante Francia. Se clasificó pero da pena ver a esta Portugal sin alma y sin chispa con los jugadores de que dispone. Algo ocurre, quizá el cansancio de las figuras tras un curso extenuante, pero resulta sorprenden­te semejante bodrio.

A Roberto Martínez nunca le ha gustado realizar muchas sustitucio­nes, pero más extraño aún es que llegue a la segunda mitad de la prórroga solo con dos cambios. Pesarán los nombres, la jerarquía de jugadores, pero cuando el partido es tan insulso, se echa en falta un técnico más intervenci­onista. Igual hasta Joao Félix merecía una oportunida­d en ese tramo final. Tiene talento y bastante gol. El césped estaba mal, lleno de topos, pero no es excusa.

Dependenci­a de Sesko

A los eslovenos les avalan sus resultados, que incluyen empates meritorios en la primera fase ante rivales de mayor enjundia como Dinamarca, Serbia e Inglaterra, pero son aburridos. Están bien trabajados tácticamen­te y defienden todos con solidarida­d encomiable, pero les faltan jugones. Además del portero, su estrella es Benjamin Sesko, delantero del Leipzig que va muy bien al espacio pero que falló un mano a mano definitivo cuando el tiempo extra moría. Se precipitan al buscarle siempre y por eso una y otra vez pierden el balón enseguida.

El dominio territoria­l de Portugal fue evidente ante un rival acostumbra­do siempre a defender, pero ni una sola parada de Oblak elogiable en un primer tiempo tedioso. Los lusos carecían de ritmo y velocidad en la circulació­n de balón. Demasiado estáticos arriba, quizá condiciona­dos porque Cristiano no es el que fue, aunque de palomero podría prolongar su carrera hasta cumplir medio siglo y seguiría marcando goles.

Cristiano, con constantes gestos y miradas desafiante­s el italiano Daniele Orsato incluidas, fue el protagonis­ta en todos los sentidos. El foco estaba en el astro de Madeira, siempre noticia por fas o por nefas. Quienes consideran que ya resta más de lo que suma en las ‘Quinas’, que ya son legión, argumentan su escasa influencia en el juego, que ya le cuesta ganar duelos individual­es, que apenas tira desmarques, que no regatea y que su ansiedad porque no encuentra el gol se traslada a sus compañeros. Sus defensores, que siempre los tendrá, pueden esgrimir que sigue apareciend­o en caso todas las ocasiones de gol. Empero, la mejor de Portugal llegó en el descuento, merced a un tiro desde Palinha de la frontal que rozó el poste.

Generó incertidum­bre el exmadridis­ta en el primer período, pero sin ver puerta. En el inicio, no acertó a controlar bien el pase de Leao. Luego, no llegó por centímetro­s a cabecear un centro medido de Bernardo Silva. También remató desviado, a las manos de Oblak y probó fortuna en una falta cerca de la frontal que se le fue alta por centímetro­s. Lo intentó en un golpe franco escorado, pero se quedó a mitad de camino entre tiro o centro. Mucho ruido y pocas nueces.

Portugal salió tras al descanso con algo más de empuje, sobre todo gracias a las incorporac­iones de Cancelo. De nuevo Cristiano probó a balón parado, pero su violento disparo al centro lo desvió Oblak sin moverse. Asustó

por fin en una contra Sesko, que superó en carrera a Pepe, pero la pegó mordida con la zurda, su pierna menos buena.

La riña comenzó a disputarse entre tinieblas por culpa de las bengalas en el fondo de los eslovenos. Al ser un estadio cerrado, la humareda era insoportab­le. De nuevo, Bob Martínez tardó en hacer los cambios y al primero que quitó fue a Vitinha. Cristiano seguía a lo suyo. Otra falta al limbo, otro disparo, ya muy forzado, a las manos de Oblak. Más gestos, unos de protestas, la mayoría de desesperac­ión, algunos arengando a las masas.

Tiempo extra

Ya en la prórroga, fue Diogo Jota el que por fin intentó una internada, algo diferente, y forzó un penalti. Bronca, Cristiano a la carrera y paradón de Oblak. La estrella lusa reaccionó con un mar de lágrimas, inconsolab­le en el descanso del tiempo extra por más que se empeñaban sus compañeros en animarlo.

A la vuelta, en los últimos quince minutos de juego, Sesko la tuvo en un mano a mano con Diogo Costa, tras un error clamoroso de Pepe, el más viejo en jugar las eliminator­ias en la fase final de un gran torneo tras superar a Peter Shilton, pero el portero sacó un pie milagroso. Ahí pudo estar el partido. En los penaltis, Cristiano se redimió y su portero pasó a la historia.

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// AFP Diogo Costa para el penalti a Verbic, el último de los tres que detuvo para llevar a Portugal a cuartos

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