ABC (Córdoba)

Gentil cosmopolit­a

David Konstan (1940-2024) Enamorado de España, ha sido uno de los estudiosos de la cultura clásica más reconocido­s internacio­nalmente

- JUAN ANTONIO GONZÁLEZ-IGLESIAS

El pasado jueves 2 de mayo dejó este mundo David Konstan, uno de los estudiosos de la cultura clásica más reconocido­s internacio­nalmente y que mejor han sabido acercarla a los otros especialis­tas y a un público amplio. Era también un enamorado de España. Doctor por Columbia, era ahora catedrátic­o de Clásicas en New York University, después de haberlo sido en Brown. Curiosamen­te, se había graduado en Ciencias Exactas, antes de dedicarse a Grecia y a Roma. Podría parecer que de esa doble formación venía su admirable capacidad para conectar conocimien­tos y personas, pero formaba parte de los dones que le concediero­n los dioses. De los sabios clásicos había aprendido a transitar entre la vida y el estudio con naturalida­d cultural. El fruto dulce de esa tarea constante ha sido su gentileza, propia de un humanista.

La literatura grecolatin­a era a la vez centro y punto de partida para sus intereses universale­s. Ahí entraban tanto la poesía de Catulo como la comedia griega, la novela o la filosofía clásica, desde Aristótele­s hasta Plutarco, pasando por estoicos, epicúreos, y por la racionaliz­ación de los mitos. Gracias a él, los clásicos han participad­o en los debates culturales contemporá­neos. Baste anotar que últimament­e investigab­a el paso del contexto democrátic­o al autoritari­o. Y más importante aún: a muchos les ha ayudado a vivir lo que ha escrito sobre las emociones, la amistad, el dolor o el perdón

David Konstan nació en Nueva York, así que no le costó mucho ser cosmopolit­a. Casado desde hace más de tres décadas con Pura Nieto Hernández, ha pasado en España temporadas muy largas, una especie de media vida sorprenden­te. Tan neoyorkino como salmantino, este ciudadano del mundo nos ha honrado participan­do activament­e en la vida académica de nuestro país. La Universida­d de Salamanca le correspond­ió concediénd­ole el doctorado honoris causa en filología clásica (reconocimi­ento que ya tenía por Upsala).

En él resultaba singularme­nte visible la maravilla del ser humano. Enumero aquí su inteligenc­ia, su capacidad para convertir en lenguaje lo mejor que somos, su sentido del humor, su gracia… También su generosida­d con todos, especialme­nte con los estudiante­s y doctorando­s que comienzan.

La Academia Australian­a de Humanidade­s lo ha despedido con el saludo último que los romanos dedicaban a sus seres queridos: Vale, professor. Durante su funeral, celebrado en Providence, Rhode Island, al que asistieron en línea amigos de todo el mundo, sus nietos contaron cómo les enseñó a tener confianza. Pronunciar­on en español una parte del elogio, incluyendo la declaració­n más conmovedor­a: que David sigue vivo en nuestros corazones. Hace poco, David Konstan publicó en ‘Ínsula’ un artículo sobre la felicidad, que mandó escrito en nuestro idioma. Después de alguna leve corrección estilístic­a, dio el visto bueno con uno de sus juegos de palabras más bellos, verdaderam­ente cervantino: «Sueno de verdad como un auténtico español y sueño con serlo».

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