«Cuando ingresé en la antigua Fe parecía que estaba en la cárcel de Guantánamo»
▶ La Fiscalía investiga una denuncia por deficiencias en un hospital de Valencia
«Cuando ingresé en el antiguo hospital La Fe me pareció que estaba en la cárcel de Guantánamo. No hay interfono para llamar a los auxiliares y te lavan con agua fría». Es el testimonio de un enfermo de coronavirus que permaneció en uno de los centros habilitados por la Generalitat Valenciana para aliviar la presión asistencial en los hospitales más saturados del país.
La Fiscalía de Valencia investiga las supuestas deficiencias en el trato a los enfermos en estas instalaciones, en desuso habitualmente, a partir de una denuncia del Defensor del Paciente. Además, el caso ya está en manos del Juzgado de Instrucción número 21 de la capital, después de que el PP acudiera a los tribunales.
Al espacio del barrio de Campanar, con 166 camas y 173 profesionales asignados, se iba a derivar solo a pacientes leves, pero actualmente los mayores de 80 años, dependientes y con otras enfermedades asociadas, son mayoría. Un escrito anónimo difundido en redes ha hecho aflorar otros relatos como el que este hombre de setenta años, cuya identidad prefiere no revelar, ha realizado a ABC. Su estancia en la vieja escuela de enfermería tenía por objeto seguir con su rehabilitación tras perder veinte kilos durante los dos meses que estuvo ingresado en el hospital Clínico. «No vino un fisioterapeuta a verme hasta el último día que estuve ingresado. Las auxiliares desaparecían desde la hora del desayuno, que te lo servían en tarrinas de helado, hasta la comida», lamenta.
Cinco días en los que estuvo sin televisión, sin luz en horario nocturno, sin poder moverse, enganchado al oxígeno y compartiendo habitación con un enfermo de 92 años que «una noche se levantó y no había forma de que me escucharan, ni a gritos, para que vivieran a acostarlo». Una situación de «abandono total» similar a la relatada por la familia de Miguel Maeso, un hombre de 74 años, fallecido por coronavirus, que «llegó a estar dos días sin comer», según sus hijas. Esa rehabilitación «le costó la vida», lamentan Maika y Esther Maeso.
La Generalitat –así como la mayoría de sindicatos consultados por este periódico– insistía ayer en que no hay denuncias registradas sobre este asunto, aunque anunció que los técnicos sanitarios volverán a inspeccionar el edificio. El presidente Ximo Puig defendió el uso de las instalaciones, mientras la consellera de Sanidad, Ana Barceló, reconoció alguna avería puntual en el suministro de agua caliente.