ABC (Castilla y León)

Los colaborado­res afganos que España dejó en el ‘emirato’

▶Más de 800 personas que trabajaron con la Aecid se quedaron en tierra tras la caótica evacuación ▶Viven aterroriza­dos con los talibanes a la espera de una llamada salvadora: «Tenemos que irnos cuanto antes»

- MIKEL AYESTARAN ENVIADO ESPECIAL A KABUL

también se quedaron en tierra y ahora, cansadas de esperar la llamada, han decidido volver a Herat, al oeste del país.

«Hasta el momento han salido 36 familias de trabajador­es de la Aecid, aproximada­mente unas 175 personas, pero quedan 150 familias en Afganistán, unas 800 personas. Nuestro objetivo es conseguir que salgan de allí lo antes posible y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, se ha comprometi­do a que esto sea así», comenta Ignacio Álvaro, un antiguo trabajador de la Aecid en Qala-i-Nao y Kabul, que junto a otros excompañer­os está tratando de ayudar a quienes fueron sus colaborado­res sobre el terreno. Las Fuerzas Armadas españolas lograron evacuar a 1.900 cooperante­s afganos y familiares, de España y de otros países, de la Unión Europea, de la ONU, de la OTAN y el personal de la embajada española en Kabul. Un gran esfuerzo en tan poco tiempo, pero insuficien­te, como le ha ocurrido al resto de países.

Mohamed no puede volver a Qala-iNao

«porque nuestra vida corre peligro. Los talibanes nos llamaron para pedirnos que volviéramo­s, pero no se puede confiar en ellos, no van a perdonar a quienes trabajamos con sus enemigos». Su delito fue colaborar en la formación de agricultor­es, dar clases en escuelas, apoyar programas para la integració­n de la mujer en el mundo laboral… «el trabajo humanitari­o de España fue un éxito, pero en apenas unos días todo ha quedado destruido, las escuelas cerradas y las mujeres vuelven a estar encerradas en casa», comenta con impotencia. Sus hijos le rodean, apenas salen del cuarto en el que viven y juegan en un pequeño patio cubierto de hojas de parra. Tienen miedo de salir, de cruzarse con talibanes, de que alguien les reconozca y les delate. Están aterroriza­dos.

En otra zona de Kabul, alejada del centro, el doctor Mohamed Zahir, su esposa y dos hijos comparten el mismo terror que la familia de Mohamed. Este médico de cuarenta años trabajó con Aecid de 2006 a 2009 como supervisor de hospitales y otros proyectos de salud. Fueron siete años de intenso trabajo en toda la provincia de Badghis en los que «llegamos a poner en marcha siete clínicas», recuerda no nostalgia. Cuando llegó el ‘emirato’ no dudó en solicitar la evacuación, vendió su piso en Kabul y se fue al aeropuerto, pero desde el primer momento «me llamó la atención que la mayor parte de trabajador­es de la Aecid nunca se subían a los aviones».

Escondidos en un piso

Piensa que España está trabajando para resolver la situación lo antes posible y sueña con seguir trabajando como médico, pero hasta que llegue ese momento «estamos escondidos en un piso de alquiler, salimos lo imprescind­ible de casa porque no te puedes fiar de los talibanes, yo les conozco bien porque acabé mis estudios durante el primer Emirato. No puedes confiar en su palabra».

En su caso, el último mensaje de las autoridade­s de España lo recibió un poco antes del atentado en el aeropuerto. «Me pedían calma y decían que estaban haciendo todo lo posible para

evacuarnos. Yo creo en su palabra, pero pasan las semanas y seguimos aquí, bajo el control de los talibanes. Así es difícil tener calma, ¿por qué no hacen algo ya?», se pregunta sin poder ocultar los nervios.

El aeropuerto de Kabul ha retomado la actividad y los talibanes permitiero­n la salida del primer vuelo internacio­nal que opera desde la retirada de Estados Unidos. Alrededor de 200 personas, entre ellas ciudadanos estadounid­enses, fueron autorizada­s a salir de Afganistán en este vuelo con destino Doha. «Hemos oído lo del vuelo de Qatar Airways, pero allí solo van americanos, no tenemos mucha esperanza en esa vía», responde el doctor Zahir cuando se le comenta esta nueva puerta que se abre para abandonar el país.

Estos afganos fueron una parte clave del trabajo desarrolla­do por España en este país durante aquellos años en los que se mantenía la ficción de que un Afganistán democrátic­o podía salir adelante. Esa ficción se esfumó en cuanto los talibanes reinstaura­ron el ‘emirato’, pero quedan miles y miles de colaborado­res pendientes de una llamada salvadora. Entre ellos están estas 150 familias de empleados de la Aecid, la auténtica columna vertebral del trabajo humanitari­o. Ahora son ellos quienes necesitan ayuda porque viven bajo amenaza, y necesitan esa ayuda ya mismo.

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// M. AYESTARAN
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Mohamed Sadiq Atif, en el piso alquilado que ocupa con sus mujeres y nueves hijos, en Kabul
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